La vulnerabilidad ha constituido un rasgo prominente en nuestro país. Los datos suministrados por el DANE en el 2018 arrojaron elevados niveles de pobreza y desigualdad en Colombia. El impacto social que genera el desempleo, el difícil alcance a la educación superior, el lento crecimiento de la economía y los bajos salarios en contraste con el costo de la canasta familiar, han dejado a los grupos con escasos ingresos y a las capas medias expuestos a elevados niveles de inseguridad e indefensión. Esta vulnerabilidad es ahora mucho más evidente cuando vemos las telas rojas colgadas en las ventanas de muchos hogares colombianos.

En Bogotá, en la cima de una montaña, en uno de los sectores más pobres de la ciudad, la panadería de Investing Hope Foundation se ha convertido en un lugar de producción de rollitos de pan que se distribuyen en el área de Ciudad Bolívar y en otros sectores de la ciudad, así como también en Soacha. Allí, y en muchas otras partes de la región, las familias más vulnerables han desplegado telas rojas en las ventanas de sus casas para alertar a las autoridades y a su comunidad sobre la difícil situación que están viviendo por cuenta de la crisis de Covid-19. 

El equipo de apoyo que tiene a su cargo al elaboración de las bolsas de pan en esta emergencia y que produce los galletas y brownies para los emprendedores. Foto Fundación Construyendo Esperanza.

Desde esta montaña en donde funciona la panadería de Investing Hope Foundation desde hace 2 años, se despliega la realidad del contraste de la desigualdad en Colombia. Es allí donde se han horneado muchos brownies y galletas para que 3000 jóvenes emprendedores utilicen estos productos para vender y ahorrar las ganancias, y así, soñar y planear un futuro con esperanza. 

Emprendimiento juvenil

Hace 5 años la Fundación Construyendo Esperanza -Investing Hope Foundation- creó el programa de Emprendimiento y Ahorro Juvenil ‘CLUB YES’*, como una respuesta a la necesidad de niños y jóvenes que viven en medio de la pobreza y en situaciones de alta vulnerabilidad, dándoles la oportunidad de experimentar como pequeños empresarios bajo un contexto seguro. El año pasado el grupo de participantes ahorraron un total de $98.000.000 pesos a partir de la venta de productos entre $1.000 a $1.500 pesos, desarrollando además habilidades en emprendimiento y manejo de recursos bajo un modelo pedagógico totalmente experiencial. 

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“La llegada de la cuarentena paró la venta y el ahorro, pero no el deseo de seguir sirviendo a las personas” afirma el director de Investing Hope, James Frantz, un norteamericano que vive en Colombia desde hace 25 años, trabajando en emprendimiento social y desarrollo económico e innovando con programas en medio de gran pobreza y desesperanza de muchos colombianos. “A medida que los números de las banderas rojas aumentaban, nos dimos cuenta que podíamos ayudar”, asegura por su parte Diana Orjuela, esposa de James, quien trabaja también en la Fundación. 

“Entonces fue cuando decidí postear nuestra idea en Facebook para ver si alguien nos ayudaba y la respuesta fue increíble. Estuve originalmente pensando en hornear 5000 rollitos y ahora tenemos fondos para hacer y dar más de 100.000 rollitos. ¡Esto es la multiplicación de los panes!”, complementa James. 

En éstas comunidades en condición de vulnerabilidad, los niños y jóvenes desocupados corren un riesgo mucho mayor de involucrarse en actividades ilegales

El caso de Areliz

Areliz Rubiano vive en el barrio  Paraíso, en la localidad de Cuidad Bolívar, desde hace 24 años. Allí, ella y su esposo han levantado una familia de cuatro hijos; actualmente los dos niños menores de edad (12 y 14 años) y su hija mayor de 22 años con sus dos pequeños hijos (2 y 4 años) viven con ellos. Sus padres y 6 hermanos viven muy cerca también. Areliz y su esposo Guilbar de Jesús tienen trabajos informales como muchas de las personas de la zona, ella trabaja en casas de familia y él en construcción. Justo dos días antes de comenzar la cuarentena, Guilbar terminó de pintar una casa y recibió el pago de $180,000 pesos, dinero que invirtió en un mercado para su familia. Hoy, casi dos meses después, no han vuelto a recibir ningún ingreso para su sustento. 

Areliz agradecida mostrando la bolsa de pan suministrada por la Fundación, que ha sido una gran ayuda en estos momentos de desesperanza. Foto Fundación Construyendo Esperanza.

Por su parte, Areliz se enfermó dos semanas antes de la cuarentena y estuvo en cama con mucha fiebre durante siete días, cuando quiso volver a trabajar las personas que la empleaban decidieron no hacerlo más ante el temor de que estuviera contagiada de Covid-19.

A pesar de no tener ninguna clase de  ingreso durante este tiempo, ella dice que no les ha faltado el alimento: “Dios ha sido fiel y la comida ha llegado”. Por eso decidió no poner el trapo rojo en la ventana, confiando en la fidelidad de Dios. Areliz cuenta que “el día que se nos acabó el pan y las galletas, pues mis hijos son panaderos y galleteros, alguien de la fundación nos llamó en la mañana a decirnos que nos querían bendecir, que nos iban a llevar unos panes, pero no sabíamos la hora o la cantidad. Ese día yo había hecho un caldo y esperamos a servir el café del desayuno hasta que los panes llegaran. ¡A las 10 am llegó una bolsa de 20 panes para cada niño!”.

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En la segunda ocasión que recibieron el pan fue justo el fin de semana pasado cuando el papá de Areliz se enfermó y tuvieron que llevarlo al hospital en una ambulancia. Todos en la familia estaban muy angustiados y lloraban. “Al tratar de calmarlos tuve que apagar las llamas de la incredulidad y de la angustia por medio de mi confianza en Dios”. Ese mismo día, escuchó a través de un mensaje de WhatsApp que estarían repartiendo pan entre las 3 y 4 pm, hora en la que –precisamente- estarían atendiendo a su papá. Afortunadamente, un sobrino pudo estar en el lugar para recoger el pan, por lo que durante estos difíciles días tuvieron los panecitos de nuevo para los desayunos y otras comidas.  

Areliz y doce miembros de su familia son parte de los grupos de emprendimiento y ahorro de Investing Hope Foundation, como el mencionado Club YES -que opera en colegios y fundaciones integrando la educación en emprendimiento y manejo de los recursos bajo principios y valores- y también el Grupo de Maximización de Ahorros para Adultos (GEMA).  

Vulnerabilidad y solidaridad

En éstas comunidades en condición de vulnerabilidad, los niños y jóvenes desocupados corren un riesgo mucho mayor de involucrarse en actividades ilegales como pandillas, prostitución, grupos terroristas y consumo y tráfico de drogas. Su falta de experiencia y bajos niveles de educación hacen que tengan muy pocas opciones de empleo. Es por eso que proyectos como éste deben ser apoyados por ser una solución formativa a través de su propia experiencia, que además, los libra de caer en el vicio y la ilegalidad.

La Fundación Contruyendo Esperanza espera volver a trabajar pronto con los niños en sus pequeñas empresas. El anhelo es que ellos puedan comprender lo que significa ser un emprendedor y ahorren con una visión a largo plazo que les permita, por ejemplo, ingresar a la Universidad o ser la semilla de futuros negocios.

En esos momentos, la Fundación está buscando empresas solidarias para que, como parte de su responsabilidad social, puedan ser socios de estos pequeños empresarios y de la Fundación, a través de la compra de los brownies, galletas, pan de fruta y pinchos de gomitas que ellos mismos hacen. Si desea que su empresa sea parte de esta contribución al futuro de estos niños o si desean apoyar la producción de pan, se pueden comunicar a blessings@investinghopefoundation.org. Esperamos que otras empresas y fundaciones se unan a este proyecto por el emprendimiento juvenil. Queremos propiciar que estos niños y jóvenes tengan un mejor futuro y sean bastiones de una comunidad solidaria y con ideales. Pan de Esperanza.

*Youth Entrepreneurship and Savings Clubs.