El nuevo programa de concurso de Caracol TV, La Voz Senior, ha venido a rescatar vidas y voces; algunas que estuvieron calladas mucho tiempo y otras que fueron y que quieren volver. Ha sido la plataforma de relanzamiento de viejos cantantes o el lanzamiento de “nuevas” voces que solo se presentaban en reuniones de familia o de amigos.
El programa y los jurados
El formato permite una presentación profesional a cantantes que no habían tenido la oportunidad de estar en un escenario de esa magnitud y visibilidad. Sentirse por, al menos, cinco minutos, artistas destacados, representa una oportunidad nunca antes tenida ni nunca más presentada.
El escenario deslumbra y el acompañamiento de un excelente grupo musical ayuda al lucimiento de los participantes. Hemos visto desfilar voces que tienen calidades muy variadas, desde los evidentemente aficionados hasta los muy buenos y afinados. Aunque los a veces exigentes y a veces caprichosos jurados, no siempre coinciden con los criterios estéticos y musicales de los televidentes que consideramos bueno algún participante y salen con la simplista excusa de “porque ya tengo una voz similar en mi equipo”, razón insuficiente para desconocer la calidad de un artista. Así vimos salir concursantes de muy buen nivel (algunos incluso cantantes profesionales) que bien podrían haber continuado en el programa.
Los jurados han sido amables y respetuosos con la mayoría de los participantes, e incluso han elogiado su condiciones a pesar de no ser elegidos (algo necesario y reconfortante). La emotividad es otra de sus facetas, pues han sido solidarios con los concursantes que han expresado sus emociones con lágrimas, o con aquellos que los han invitado a cantar, a lo que no se han negado, dejando clara su cercanía y afinidad; de ellos, la más expresiva es la española Natalia Jiménez quien ha soltado lágrimas más de una vez. En algo en lo que si fallan los extranjeros es en el desconocimiento de la música colombiana y del Caribe, en las que Cepeda obviamente, orienta y ayuda.
Los concursantes
Otro punto interesante que tiene el programa es que presenta los perfiles de los concursantes previo a su audición a ciegas, y hacen un video-resumen de su historia, los hechos que han marcado sus vidas así como sus anhelos: su crecimiento, recuerdos de infancia (algunas difíciles), juegos y costumbres de época; logros y fracasos laborales, matrimonios y divorcios, los hijos y las alegrías y tristezas de la crianza, el gozo y la revitalización que representan los nietos, la superación de las pérdidas, tanto de vidas como de fortunas, así como los proyectos de vida que aún a estas edades, consideradas “avanzadas”, mantienen las personas.
Variedad social
Las edades de los concursantes oscila entre 60 y 87 años, con historias de vida sorprendentes y variadas. Vale la pena acotar, que los productores han tenido el cuidado de incluir un amplio espectro social. Hemos visto, por ejemplo, una elegante y bella mujer de 63 años, abuela y deportista, practicante del exigente triatlón y quien desde los 50 años ha podido grabar dos discos; amas de casa que superan los 70 años, que no pudieron realizarse artísticamente a causa del machismo imperante en su época (sus maridos o padres les prohibieron cantar por considerarlo ‘vulgar’), pero que han logrado superar esos obstáculos, y recuperar su dignidad y sus propósitos de vida; sufridos cantantes de calle que, aún a su edad, sobreviven cantando en buses o en cualquier lugar.
O historias como la de María Nelfi, quien sorprendió con su particular y poderosa voz (como anécdota, llamó al jurado mexicano «muñeco e’torta» para refererirse a su buena presencia); ella se encuentra en situación económica difícil luego de volver repatriada de Venezuela después de 40 años; exdrogadictos o exalcohólicos que han superado sus adicciones; pensionados que se resisten a quedarse viendo televisión todo el día y proyectan su existencia en otros menesteres, más de acuerdo a su gusto que a su necesidad. También se han presentado ganaderos y personas con mejores condiciones económicas, quienes consideran que merece la pena intentar otros desafíos que muestren su valía personal más allá del dinero.
El reconocimiento
Es reconfortante y necesario para muchos de nosotros, el reconocimiento y la valoración que nos dispensan otras personas. Nuestro ego necesita insuflarse de vez en cuando, sobre todo si aún tenemos la confianza, el carácter y la fuerza suficientes para destacar en alguna labor, habilidad o cualidad que tengamos, por encima de prejuicios, imposiciones sociales, represión y la misma autocensura. Y el canto o las habilidades artísticas como el baile, el modelaje o la actuación, entre otras, que hasta hace poco fueron consideradas menores, así como mal vistas y subvaloradas socialmente, por ser practicadas por ‘viciosos’, ‘pervertidos’ y ‘mujerzuelas’, son parte de ello. Ese doble racero o la ambigüedad moral en nuestras posturas frente al arte o las expresiones artísticas, han hecho que muchas personas hayan visto frustrados sus sueños artísticos por culpa de esa acción social moralizante, y solo lo intenten o hayan podido realizarlo hasta esta etapa de sus vidas, lo que les da un mayor valor a sus iniciativas.
Este programa deja ver el potencial y la inmensa capacidad que aún conservan quienes ya pasan del quinto piso, demostrando que la edad no es impedimento para brillar en cualquier actividad no solo artística, con lo que se crea la necesidad de incluir en las parrillas de programación de los diferentes canales, otros programas culturales o de concurso, en donde estos talentos puedan tener cabida.
Caracol se anota un rotundo éxito (el rating así lo confirma: es el programa más visto desde su lanzamiento) y apreciamos la oportunidad que le están dando a tantas personas mayores de 60 años que consideran que su vida todavía vale la pena vivirla si hay oportunidades para justificarlo, y programas como “La voz senior” son la perfecta plataforma para demostrarlo. ¡Reciban desde aquí un sonoro aplauso!