Por John Brian Cubaque Rey*

El recuerdo del 9 de abril de 1948 no es el mejor para Colombia, y menos para Bogotá, ciudad que resultó semidestruida por la turba enardecida que, dolida por el asesinato de su líder y candidato a la presidencia Jorge Eliécer Gaitán, quemó y arrasó gran parte de la ciudad, dejando ruinas y muerte a su paso. Este hecho fue conocido como “El Bogotazo”. Para la época, el prestigioso abogado y político liberal de ideas socialistas, era muy popular y tenía muy segura su elección, de no haber mediado su asesinato a manos de Juan Roa Sierra.

A partir de ese acontecimiento, se desató lo que se denominó como “la época de la violencia”, que dividió al país entre rojos (liberales) y azules o godos (conservadores) que se mataban sistemáticamente fuera uno u otro quien dominara un pueblo. Por un lado, los denominados “pájaros” en el Valle (paramilitares de la época), luego los llamados por el gobierno como “bandoleros” (campesinos alzados en armas) que derivaron en guerrillas (ELN, FARC y EPL), fueron la constante, que dejó una estela de muerte y violencia en todo el país que aún hoy no termina -aunque ahora por otras razones-.

El Bogotazo. Impresionante y simbólica fotografía tomada por Lunga en el cementerio central el 10 de abril de 1948, que retrata el doloroso desenlace de la asonada. Muerte sobre muerte. Foto: Luis Alberto Gaitán-Lunga. Archivo Gaitán
Portada del libro Archivo Gaitán. FCE

Esos recuerdos vuelven a la memoria al ver las fotos de Luis Alberto Gaitán Franco, más conocido como Lunga (1914 – 1993), en el libro “Archivo Gaitán” publicado por el Fondo de Cultura Económica en 2018 y que representó el rescate y redescubrimiento de un fotógrafo que estuvo olvidado muchos años, pero que vista la importancia y calidad de su legado, se convierte en un referente obligado en el fotoperiodismo colombiano, por dejar registrados los últimos años del gran caudillo, desde 1944 hasta el día de su muerte (fotos de Gaitán antes del atentado y luego en el hospital); y porque fue el cronista gráfico, junto con Sady González y Tito Julio Celis, de ese funesto 9 de abril de 1948, doloroso acontecimiento que partió en dos la historia reciente de Colombia. Adicionalmente, quedan todavía pendientes por develar, otros importantes cubrimientos periodísticos de este gran reportero gráfico boyacense1.

Soldado, Atleta y espiritista

Luis Gaitán nació Guateque, Boyacá. Antes de dedicarse a la fotografía, se enlistó en el ejército, y participo en la guerra con el Perú; fue tenista, futbolista y atleta, y participó en unos juegos suramericanos de atletismo en Chile en 1935, a donde fue con sus propios recursos porque el COI le negó el patrocinio (aún hoy hay deportistas que pasan por lo mismo): fue abanderado, atleta y único representante de la delegación colombiana. Se le llamó por esto el “atleta solitario” por una foto que le tomaron en la inauguración de los juegos. También fue guaquero y resultó perdido por 15 días junto a un sobrino, en una anécdota que cuenta la familia, cuando fueron en búsqueda de un tesoro muisca que nunca apareció.

Se dedicó al espiritismo durante varios años y alcanzó el grado de maestro (cuenta Mario Jursich, en uno de los textos del libro mencionado, la curiosa conexión entre el espiritismo y la fotografía relacionándola con Allan Kardek fundador del espiritismo y Rura, hermana de María Cano, conocida médium en los años 30, quienes también tuvieron relación cercana con la misma, por distintas razones).

La fotografía

Lunga se acercó a la fotografía por medio de su hermana mayor María Luisa, casada con otro fotógrafo, Guillermo Castro, la que le enseñó los rudimentos del laboratorio tanto a él como a sus hermanos Ignacio y José, quienes también tuvieron la fotografía en sus vidas, uno como fotógrafo social (quien resultó damnificado del 9 de abril, al ser quemado su estudio y con él todo el valioso archivo con las fotos de la sociedad bogotana de entonces), y José, que tuvo un estudio y almacén de fotografía. En la dinastía también aparece Gustavo Castro Gaitán quien llegó a ser jefe de fotografía en El Tiempo por varios años.

Tuvo Lunga un conocido estudio (Foto Lunga) y a finales de los años treinta y comienzos de los 40, comenzó a colaborar con prestigiosos periódicos y revistas de la época. El Tiempo, El Espectador, La República, Jornada (aquí también publicó algunos de sus «mosaicos», fotomontajes relacionados con las actividades proselitistas de J.E Gaitán), La Razón, El Liberal, publicaron sus fotografías. Colaboró también con las revistas Semana y Cromos. Estuvo activo como reportero hasta los años setenta del siglo pasado y al final de su vida se dedicó más a su estudio.

Participó en 1947, junto con su hermano Ignacio Gaitán, Sady González, Daniel Rodríguez, José del Carmen Robayo, y Alberto Garrido, entre otros, en la creación de la primera agremiación de fotógrafos de prensa del país: el Círculo de Reporteros Gráficos de Bogotá, que posteriormente se convirtió en el de Colombia.

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La sombra de Gaitán

Conoció Lunga a Gaitán primero por su afinidad política, que lo sedujo y lo hizo seguidor de sus ideas; incluso hacia 1933 le tomó sus primeras fotografías. En 1944, la figura de Gaitán era ya prominente: reconocido abogado penalista, concejal, Alcalde, congresista y destacada figura del partido liberal. Gaitán, consciente de la importancia de la imagen pública que proyectaba y visionario del ahora conocido como marketing político, conoció de las calidades del trabajo reporteril de Lunga y le pidió que fuera su fotógrafo personal. Desde entonces, lo acompañó a todas las actividades que desarrollaba el elegante, pero también popular político.

Desde reuniones formales hasta mítines políticos o partidas de tejo, eran actividades recurrentes del político y posterior candidato a la presidencia. Pero Lunga tuvo la cualidad de entender el contexto de la actividad proselitista y destacan sus impresionantes fotografías de las multitudinarias manifestaciones que convocaba su jefe. Logró algo realmente excepcional y fueron sus retratos masivos, en los que se distinguían claramente los rostros de humildes trabajadores, empleados medios y obreros, fervorosos seguidores de Gaitán, que seguían atentos al gran orador y seductor de multitudes, quien, con vehemencia y convencimiento en sus ideas socialistas, embrujaba a quienes lo escuchaban, y así lo captó con precisión Lunga.

La imagen más conocida del caudillo en la que aparece con el brazo en alto y fuerza en su expresión, mientras daba uno de sus famosos discursos, que capta la esencia del Gaitán político (¡A la carga!), la tomó Lunga en uno de sus mítines. El mismo Lunga se encargó de hacerla trascender a través de carteles en collage -«mosaicos» los llamaba- ideados y reproducidos por él, con la ayuda del dibujante Jorge Franklin Cárdenas, basados en la foto que consideró representativa del carácter beligerante del líder político. Éstos carteles, con otras variaciones, acompañaron a partir de entonces las manifestaciones que realizaba Gaitán. Curiosamente, en la época se usaba la imagen formal de los candidatos para hacer la propaganda de las campañas (aún hoy se sigue usando). Tuvieron que pasar casi 40 años hasta llegar al cartel de Galán, diseñado por Carlos Duque, a mediados de los 80 para entender la importancia del gesto como identidad. Hasta en eso fue pionero Lunga.

El 9 de abril de 1948

El cubrimiento del asesinato y los hechos vandálicos posteriores sucedidos el 9 de abril fueron los que le dieron notoriedad y respeto entre sus colegas. Las fotos de Gaitán en el Hospital y las dantescas imágenes de cientos de cuerpos en el Cementerio Central son épicas, así como las fotografías de los incendios y destrozos que continuaron los siguientes días, son la referencia visual del horror vivido en Bogotá tras el vil asesinato de su jefe y líder político.

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Otras fotos suyas como las impresionantes fotos de la quema de vagones del tranvía en la plaza de Bolívar y en la calle 13 con 7ª, son icónicas y repetidas sin descanso a partir de entonces, cada vez que se conmemora el 9 de abril o que se menciona el “Bogotazo”. Pero las más impresionantes son las tomadas en el Cementerio Central: dos particularmente me conmueven: la que parece el recuento de cadáveres como bultos, que se convertirían en estadísticas (nunca confirmadas) y fosas de NN (este espacio es el actual escenario de la obra de Beatriz González dedicada justamente a ellos). La otra es de muertos entre tumbas. Es un cuadro desgarrador. Refleja esa sensación de dolor y desamparo de los muertos tirados en el piso, rodeada del ambiente de solemnidad de la necrópolis. Muerte sobre muerte (ver foto arriba).

Lo lamentable de este hecho es que nunca se le dio el crédito correspondiente, a las fotografías, pues para la época no se acostumbraba a colocarlo cuando se reproducía en prensa. Los periódicos que publicaron inicialmente estas fotos mantuvieron silencio cómplice sobre el tema porque las asumían cómo propias. Sólo hasta la publicación de su archivo en 2018, se supo que eran de Lunga. Famosos libros y autores que relatan la violencia en Colombia2, están ilustrados con sus fotografías pero sin reconocerle su autoría, apenas las reseñan como de autor desconocido. Se estaba en mora de rescatar su legado en este vergonzoso y doloroso tramo de nuestra historia.

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  1. Ésta es tan solo una parte de ese legado fotográfico. Hay muchos otros temas que no se conocen y merecen ser develados como el seguimiento a los grupos irregulares en Norte Santander, Tolima o los Llanos orientales de los que se destacan la entrega de Guadalupe Salcedo y otros jefes «bandoleros» de la época, que hicieron acuerdos con el gobierno y fueron traicionados posteriormente. También se mencionan las fotos deportivas, como las de la etapa del «Dorado» cuando llegaron grandes futbolistas, estrellas argentinas, que por desacuerdos con su gobierno, recalaron en nuestro país como, Pontoni, Rossi, Pedernera o Alfredo Di Stéfano, así como algunos destacados futbolistas peruanos. O las fotos de dirigentes políticos, sociales y económicos de la época, según cuenta el escritor Julio Paredes, promotor de esa publicación, quien tuvo acceso privilegiado al archivo Lunga, ahora en manos de su hijo, Germán Gaitán. En fin, falta mucho por conocer de éste gran fotoperiodista y estaremos pendientes de su publicación para darle el reconocimiento que se merece.
  2. Libros como «El Bogotazo» de Arturo Alape; La violencia en Colombia de Monseñor Germán Guzmán Campo, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña; Violentología de Stephen Ferry, además de revistas y periódicos que cada 9 de abril hacen reseñas sobre el tema, son algunas de esas publicaciones que abiertamente han desconocido la autoría de las fotos tomadas por Lunga. Igual pasó con Sady González y Tito Julio Celis.

*John Brian Cubaque (1954) es Diseñador gráfico, especializado en diseño editorial y docente universitario. Ex periodista gráfico de la revista Semana y de la Agencia nacional de noticias CIEP. Actualmente es editor de quintopiso.net, pagina dedicada al bienestar, respeto y empoderamiento de personas mayores de 50 años.

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