Bebé adoptada – La niña genio, pero negrita – Amistades non santas – La religión y el yoga zen – Sus maestros – Su carrera –
«Mi negra tiene un meneo que no cabe por la calle,
Mueve el tacón y la punta del zapato y ese baile
Derrama tantas fragancias que no caben en el aire.»
Alheña y azúmbar – Jaime Jaramillo Escobar
Sus primeros años
Teresita Gómez (Medellín, 1943), ha tenido una vida llena de contrastes como las teclas de su instrumento, que le han formado su carácter fuerte e indomable, en contraposición a la suavidad con que acaricia el piano cuando toca a Chopin, a Mozart o a Luis A. Calvo.
Y esos contrastes comienzan desde el mismo inicio de su vida, pues su madre biológica la entregó por no sentirse capaz de criarla. Felizmente fue adoptada por una modesta pareja de celadores que la acogió, le dio amor, nombre y apellido. Desde muy pequeña mostró interés por el piano por estar inmersa en ese ambiente artístico, al ser la hija del celador del Palacio de Bellas Artes de Medellín. Pero por su condición humilde, sus padres adoptivos no podían costearle los estudios de música.
También le puede interesar: «Sin los dolores de la vida, te convertirías en un estúpido parásito» A. Jodorowski
Niña genio, «pero negrita»
No obstante, para superar ese segundo obstáculo se le apareció un ángel, Marta Agudelo, quien al encontrarla de casualidad una noche tocando las melodías que escuchaba a escondidas en las clases de día, en el piano de cola de la institución, llegó solidaria, a darle sus primeras clases, también a escondidas, cuando sólo contaba con cuatro añitos.
Pero por ser “negrita blanqueada” -porque su mamá no concebía que fuera negra- los muchachos de la sociedad paisa de entonces -mestizos reconvertidos en «blancos»-, que estudiaban en la escuela, no la aceptaban, pero sobre todo, no soportaban que los superara, no soportaban su genialidad, y pretendían menospreciar su talento al mencionar que «el color de su piel no concordaba con la música que tocaba». Pero las críticas eran también de sus propios congéneres quienes le decían que “actuaba lejos de los principios de su raza” por no tocar bullerengues, porros o cumbias y sí a los clásicos europeos. “El racismo al revés” como ella misma comenta.
Sus formación
En la adolescencia, su desarrollo intelectual fue formado por esos contrastes. Y, como lo describe Alexander Klein en el texto que sobre su vida escribió para la presentación del homenaje que en su honor hará el Teatro Colsubsidio durante este año:
“No es casualidad que antes y después de su adolescencia, Teresita encontrara consuelo y amistades en personas de sectores sociales igualmente marginados y discriminados; los mismos que acogían a los pintores, los actores, los poetas nadaístas, los músicos de taberna, las trabajadoras sexuales y un sinnúmero de personajes, pobres en apariencia pero ricos en intelecto, que la marcaron de por vida.”
Renegó del catolicismo cuando supo que no la aceptaban como estudiante donde las monjas carmelitas, a donde quería estudiar porque «le encantaba la falda café a cuadros del uniforme»; la razón: ser negra. A los 25 años, y después de leer un artículo sobre yoga de Claudio Arrau (sí, el gran pianista chileno) en el que mencionaba que «el pasado hay que dejarlo, el futuro no existe y hay que ubicarse de lleno en el presente», comenzó a practicar la meditación zen; y encontró al grupo Self Realization Fellowship y a Bhakti Yogui, el camino del amor. Este cambio la ayudó a mantenerse en pie sobre todo cuando murieron sus padres y cuando tuvo una crisis existencial por las críticas despiadadas que le hacían.
Fueron sus maestros después de Marta Agudelo y Anna María Penella en Bellas Artes, Tatiana Goncharova en la Universidad Nacional y luego Harold Martina en el Conservatorio de la Universidad de Antioquia, en donde Teresita obtuvo el grado de Concertista y Profesora de Piano con la máxima distinción académica: Summa Cum Laude.
También le puede interesar: Los héroes ambientales que nos están salvando de nosotros mismos
Hizo parte del Conjunto Colombiano de Música Contemporánea, así como del Trío Frank Preuss, y del Quinteto de Bogotá; fue pianista de la Ópera de Medellín y de la Ópera de Colombia. Teresita a estado presente en los más importantes acontecimientos musicales de Colombia por ser una abanderada de la música y músicos colombianos tanto clásicos como populares. Estuvo cuatro años de agregada cultural en la Embajada de Colombia en República Democrática Alemana durante la presidencia de Belisario Betancur, quien la conocía desde pequeña y sabía de su trayectoria. Este tiempo lo aprovechó para confrontarse en otros escenarios más exigentes en toda Europa. Gómez es desde hace más de 25 años docente y referente musical en el Conservatorio de la Universidad de Antioquia. (Continúa)
Ver segunda parte:Teresita Gómez: una vida llena de contrastes y piano (2)