La Jaguara Escultura-Tarima. Foto: JBCubaque-Quintopiso.net
Por John Brian Cubaque
El arte ‘invade’ la ciudad
Bogotá se convirtió en el epicentro de arte más grande que se tenga memoria en el país. El centro de la ciudad sirve de escenario para apreciar las propuestas de artistas nacionales y extranjeros quienes vuelven sus ojos y su obra a la ciudad como espacio vital, de transformación personal, social y urbana, y a la vez, recorrer y reconocer sitios históricos y emblemáticos de la capital. La modificación constante de sus espacios -para bien y para mal-, el barrio, el desorden, la inseguridad, la vitalidad de la gente y su creatividad para transformarlos, son los temas recurrentes de esta 1ª Bienal internacional de Arte de Bogotá-BOG25, que esperamos se convierta en parte de la vida cultural de la ciudad, como lo fue el muy recordado y extrañado, Festival Iberoamericano de Teatro.
Plazoletas, galerías, universidades y hasta el rio San Francisco, hoy revitalizado y conocido como Eje ambiental, obra del reconocido arquitecto bogotano Rogelio Salmona, así como otros espacios de la ciudad, se han convertido en escenarios de exposiciones, performances e intervenciones comunitarias como las escenificadas en los barrios Las Ferias, La Cita o Ciudad Bolívar, que hemos visto y seguiremos viendo durante estos casi dos meses que dura la Bienal (va desde finales de septiembre hasta mediados de noviembre), como una explosión de creatividad, forma y color que nos alegra y nos propone pensarnos. El Palacio de san Francisco (PsF) se convirtió en la galería principal de esta bienal.




«Temas como la felicidad, propuesto por el chileno Alfredo Jaar, nos ponen a pensar si realmente somos tan felices en las ciudades tal como lo muestran los famosos índices de felicidad, confrontado con nuestro entorno, con lo que tenemos y producimos como individuos y como sociedad: lo bueno, lo malo, lo bonito, lo feo, las experiencias y dudas, y con nuestra particular manera de ver la vida«
La felicidad y la ciudad, temas de reflexión
Algo que nos ha llamado la atención de la propuesta de esta Bienal, es que son espacios educativos y de reflexión enfocados en nuestro ambiente urbano, nuestras vivencias comunitarias, nuestra arquitectura y hasta nuestro particular modo de ser. Temas como la felicidad, propuesto por el chileno Alfredo Jaar, nos ponen a pensar si realmente somos tan felices en las ciudades como lo muestran los famosos índices de felicidad (nos ponen en los primeros lugares, pero nadie sabe cómo y dónde se hacen y qué tan reales son), confrontado con nuestro entorno, con lo que tenemos y producimos como sociedad: lo bueno, lo malo, lo bonito, lo feo, las experiencias y dudas, y con nuestra particular manera de ver la vida, situaciones que aparecen transversales en muchas de las muestras e intervenciones. Y como eco final, la reflexión interior que nos deja la inquisidora pregunta: ¿Es usted feliz?



La ciudad como parte y como todo
La ciudad es el espacio vital en el que nos movemos y existimos. La arquitectura como forma y espacio envolvente donde hacemos nuestra vida familiar; el barrio, donde convivimos y socializamos; la casa, la calle, la plaza, el parque, el Transmilenio, las obras inconclusas, el espacio público y sus habitantes, con quienes convivimos, componen ese todo que llamamos ciudad, y que hace parte fundamental de nuestras vivencias, disfrute y frustraciones.
Algunas de las propuestas de los artistas nacionales e invitados nos confrontan sobre la diversidad y nos inquieren si somos capaces de tolerar la diferencia y permitir la inclusión; también nos proponen un diálogo con las acciones y palabras que distancian y ofenden, con las que unen y cohesionan.



El espacio publico propone escenificaciones creativas como la intervención en la plaza de Lourdes del argentino Leandro Erlich “Arrancado de raíz” (‘la casa en el aire’), que muestra los efectos del desplazamiento y el desarraigo; o la bella acción colectiva -intervención de los espejos de agua con flores- en el eje ambiental, patrocinada por Asocolflores, sobre el cuidado de las fuentes de agua y su fragilidad -que solo duró 2 días, dada su naturaleza-; o la gigantesca y ‘amorosa’ roca del colombiano Iván Argote en la plazoleta del Rosario, sitio que antes ocupaba G. Jiménez de Quezada, llamada “Dándole peso a unos besos”, que nos propone querernos como somos.
Estos son sólo unos pocos ejemplos que esperamos sirvan para alentarlos a salir y disfrutar el arte que ‘nos invade’ y que nos permite ver la ciudad de otra manera: más amable y reflexiva. Para resaltar: TODOS los eventos y exposiciones son gratuitos y de acceso libre, también puede solicitar guías y ayudas didácticas, sin costo.




Recorrer y disfrutar el arte en la ciudad
Y a propósito de salir y caminar, pueden planear sus visitas de acuerdo a su movilidad e interés. La mayor parte tiene buena accesibilidad. El Eje ambiental es la ruta más concurrida de eventos y salas y se puede hacer por partes: por ejemplo: eventos y salas de la zona universitaria: U Tadeo, U.Andes, Cinemateca, Colombo Americano y Alianza francesa, en una jornada (mañana o tarde).
Otra puede ser el bello Palacio de san Francisco (antigua Gobernación de Cundinamarca) donde se aglutina la muestra más grande -y de paso visitar la iglesia, justo al lado-; luego la plazoleta del Rosario, y si desea tomarse un tinto en el emblemático Café Pasaje y desde ahí apreciar la obra de Iván Argote (Col); el Espacio Odeón (antiguo TPB -tiene muchas escaleras-) y recorrer la variopinta séptima hasta la plazoleta de Las Nieves. Otra ruta es el centro histórico: Centro Cultural GGM (CCGM), MAMU -Manzana del arte-, Fund. Gilberto Alzate (FUGA) y Galería Santafé, en la plaza de la Concordia (recomendado con guía), pasando por el fundacional “Chorro de Quevedo”.
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Pero no todos son de visita exclusiva, porque, p.e, ir a ver “La casa en el aire” en Chapinero, puede ser un motivo para reconocer la iglesia de Lourdes o para ir a comer paella en el conocido restaurante español Navarra, al costado sur del parque; o pandebono y/o buñuelo en el “Pandebono valluno”, al costado norte; o volver a saborear el pan de “El Cometa”, media cuadra al norte, por la carrera 13.
La idea es ir con mente abierta y con calma, para poder disfrutar las distintas actividades y exposiciones de esta bienal, que a nuestro modo de ver es un evento novedoso y enriquecedor, con muchos matices, que realza a Bogotá y la pone en un lugar visible en las rutas del arte en Latinoamérica. Muchos ya están pidiendo que dejen algunas de las obras de manera permanente, tal es el gusto y el impacto positivo que deja esta 1ª Bienal Internacional de Arte. Gracias Bogotá.
NOTA: Olvidé la espectacular escultura-tarima «La Jaguara», realizada en láminas de acero troqueladas, emplazada frente al Museo Nacional, en pleno Centro internacional y sobre la cual se han realizado algunos eventos y conciertos el el marco de la Bienal de Arte BOG25.

*Todas las fotos son de John Brian Cubaque.
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*John Brian Cubaque (1954) es director de quintopiso.net. Periodista gráfico de la revista Semana y de la Agencia Nacional de Noticias CIEP. Diseñador gráfico, especializado en diseño editorial y docente universitario. Quintopiso.net es una revista virtual dedicada a temas de bienestar, respeto y empoderamiento de personas de +55 años.
