El Chupo, una leyenda hablada
Armando Plata Camacho (Bogotá, 1949), quería ser anunciador de almacenes de saldos: «Mi meta en la vida era ser un anunciador de saldos en almacenes de cadena. Me seducía la idea de vestir como payaso y tener en la nariz media bola de pin pon.»1
Más conocido como ‘El Chupo’ sobrenombre que le endilgó Julio E. Sánchez Vanegas ‘Cacharilas’, comenzó su carrera en Radio Continental en los años 60. Gomoso del rock en inglés, fue uno de los promotores de la música juvenil y el rocanrol que se producía en el país y en latinoamérica en los años 70 y 80, y no solo desde la radio, también en la televisión y como productor y organizador de conciertos. Se destacó en importantes emisoras como Radioactiva, Caracol Radio y radio Klaridad en Miami; asimismo, como locutor en canales de la talla de Discovery Channel, CNN y TNT. Es un referente de programas musicales; produce y presenta semanalmente, desde hace 10 años su programa de éxitos del mundo Global Hits, que se retransmite en Colombia por la W. Preside, a sus 75 años y desde hace cinco, la Asociación Colombiana de Locutores -ACL-. Nuestro permanente y admirado colaborador Oscar Domínguez Giraldo hace un perfil del amigo, locutor y colega. #rompiendoestereotiposdedad #nuevos viejos #envejecimiento activo
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El presidente ‘Chupo’ Plata
Óscar Domínguez Giraldo
Nacido el 28 de julio hace 75 años, hombre de radio hasta el tuétano, el Chupo, alias Armando Plata Camacho, ha vivido las catorce vidas de dos gatos. Para demostrarlo, hace años escribió 542 páginas del libro “Ser alguien”. Amenazó (¿¡) con una segunda parte que seguramente recogerá el período gringo de su travesía vital. Por lo pronto se ha quedado en el amague.
“Llegué a Miami en 1990 contratado para dirigir la programación de Telemiami Canal 40 y Radio Klaridad, dos exitosos proyectos de Hernando Díaz Cobo dirigidos a la comunidad colombiana residente en el sur de la Florida”, me comentó alguna vez.

La extensión y el precio del libro (50 mil pesitos), fueron, en principio, los principales enemigos íntimos de la obra que nunca apareció en los primeros lugares de ventas. Pero no fue escrito para agotar existencias. “A su manera”, como en la canción de Sinatra, decidió cómo agotar la edición: la compró toda para regalarla.
Con dejar constancia de que no vino a hacer turismo en esta encarnación, el autor, locutor de voz orgásmica en la que nunca se oculta el sol, se da por bien servido.
A quienes empezamos a leerlo un tanto escépticos, el libro no nos hizo perder el tiempo.
Donde este bogotano de Chocontá, que ha tenido el mundo por hábitat, ha puesto el pie, ha sido para exprimir la vida hasta el tuétano. Parece el inventor del “carpe diem”. Pasar de incógnito no ha sido su fuerte.
Si me acosan, guardadas las proporciones de los géneros en que han sido escritos, “Ser alguien” es la versión en crónica periodística de “La pelota de letras”, de Andrés López. El paralelo no ofende a ninguna de las partes. Espero.
A quienes tenemos la nostalgia por cárcel, “Ser alguien” nos llegó a la meritica chapa.
Escribiendo sobre su vida y milagros, nos ha biografiado a sus contemporáneos y colegas en cierta forma. (Alguna vez tuve licencia de locutor. La exigían para poder hablar a través del kilavatio).

El libro está escrito en clave de humor. O de su pariente rico, el mamagallismo, una de las formas remotas de la seriedad.
Dicho en plata blanca, Plata Camacho, el Chupo, –el alias que desplazó el nombre de pila bautismal- se impuso la tarea de retratar una época y su oficio de locutor que reivindica hasta cuando estornuda o atraviesa un paso cebra. O mejor, los oficios que ha realizado este todero. Incluido el cine, una de sus debilidades.
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Ha escrito su propia versión de “Vivir para contarla”, con el léxico adecuado. En sus páginas, los buceadores de palabras en uso de buen retiro, amenazadas de olvido, encontrarán material para alimentar futuras ediciones. Y resucitar voquibles que esperan una mano que los salve del olvido.
Fue uno de los hallazgos que encontré en su obra, escrita para obedecerle a doña Rosa Helena, su fallecida mamá, que lo instaba a “ser alguien en la vida”.

“El 6 de enero de 1990 a las 8 de la mañana en el aeropuerto El Dorado, mi madre me volvió a dar tres mil bendiciones al igual que en 1965 cuando ingresé a la Escuela Militar. Myriam, Juanita, Christian y Catalina se quedaron en Bogotá. Cuando despegó el avión de Avianca rumbo a Miami, me toqué la cabeza e imaginariamente cambié el casete de mi vida: No voy a pensar en lo que hice, ni en lo que fui, solo me concentraré en lo que voy a hacer: SER ALGUIEN” (Libro “Ser Alguien” pág. 542).
Con generosidad que lo hace quedar bien, el Chupo le da todos los créditos a quien fue su asesor periodístico y literario a la hora de amasar su “ópera prima”: Ignacio Ramírez Pinzón, el periodista y escritor creador de la agencia cultural-virtual Cronopios que ya no nos acompaña. Nacho usó la literatura como eutanasia: se atragantó de bellas metáforas y partió.
Una memoria de una manada de elefantes enriquece el libro del Chupo Plata que puede leerse con la avidez con la que se lee una novela porno, o a la manera de un libro de autoayuda: cuenta cómo lo ha hecho, cuántas veces y cómo ha fracasado estrepitosa y creativamente en prensa, radio, televisión. De esta forma, quienes vienen empujando podrán ahorrarse equivocaciones. O aprovecharlas. “Un tropezón cualquiera da en la vida”, dice el tango de Bayón Herrera. Mejor si los tropezones son muchos.
Cuando escribí estas líneas resumió así su actualidad:
«Sigo siendo locutor. Tengo un programa de radio que se llama GLOBAL HITS con los éxitos del mundo cada semana. Se transmite por cerca de 500 emisoras de AM, FM e Internet. Me siento feliz, en armonía, más tranquilo y con deseos de seguir trabajando en lo que me gusta: la locución. Narro documentales, vídeos corporativos y cursos.»
(Actualmente, vive en Locombia adonde fueron las cámaras del programa “Se dice de mí”, de Diva Jesurúm, de Caracol Televisión, para esculcar en su hoja debida).
Ha fracasado tanto que ha convertido los reveses en obra de arte. En el Chupo se ha hecho realidad la doctrina que le adjudican a Maturana pero que él tomó de la tradición china: perder es ganar. Y echar pa’delante.
Plata, como le decían en la escuela, no se presenta como un triunfador hecho en el laboratorio, sino como la persona nacida para la fatiga. Más que llegar triunfal a Ítaca, se ha divertido haciendo el camino.
Su parto periodístico, tiene mucho de mea culpa. Varias veces se arrepiente de haber invertido prioridades, poniendo su trabajo por encima de su familia, por ejemplo. Un error-horror que nos hermana por lo bajo a miles de bípedos en muchos oficios.
No le da pena admitir que habría preferido cambiar más pañales, preparado más teteros a sus hijos Juanita, Marián Catalina y Christian Armando. O mimado y mirado más los ojos de sus mujeres. Pero la engañera fama, el ego, lo tentaba desde la sombra y cayó en el juego.
Describe con pelos y señales los golpes recibidos de “amigos” y colegas. Pero no pasa cuentas de cobro. Lo narra a manera de constancia, como una catarsis. Perdona y casi olvida. El del Chupo es un libro en busca de lectores.
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En “Se dice de mí”, el Chupo resume así su parábola vital: “La gran lección es ‘llegas sin nada, te vas sin nada, entre tanto, gózate el viaje. Riquísimo, no pasa nada, estoy absolutamente seguro que, dentro de 100 años, nadie se acuerda de este momento”.
«Agradecimiento a mis maestros y guías: (…) a mi mentor y maestro Jorge Antonio Vega de quien aprendí el amor por la música, (…) la manera de escribir para radio, la animación del radioteatro. (…) John Gress fue mi mayor influencia en el estilo y fraseo y quien me enseñó como entender mejor el negocio de la voz. (…) Casey Kasem para mi fue lo más grande para quienes hablamos de música, ha sido la luz en el camino de Global Hits. (…) De Julio Nieto Bernal aprender a leer noticias, (…) a manejar el encanto de los tonos y la plasticidad de la voz. (…) De Gloria Valencia de Castaño pude percibir la sutil elegancia del fraseo y el toque de clase y distinción que le puedes dar a un texto. (…) En José Lavat encontré la fuerza expresiva, el comando y la naturalidad.»2
Armando Plata Camacho
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*Óscar Domínguez Giraldo, nació en Montebello, Antioquia hace 79 años. Casado, dos hijos, cuatro nietos. Ajedrecista de corazón y periodista por vocación; se considera «bogoteño» por haber vivido la mayor parte de su vida profesional trasegando sus calles. Fue redactor político, jefe de redacción y director de la agencia de noticias Colprensa. También tecleó para La República, El Espacio y la agencia de noticias CIEP. En radio trabajó en los noticieros de Todelar, RCN, Súper y el GRC. Fue corresponsal de la Voz de Alemania-DW y Radio Francia Internacional-RFI. Escribe semanalmente la Columna Desvertebrada para El Colombiano, de Medellín, y cada quince días la columna Otraparte, en El Tiempo. De estas columnas ya han surgido seis libros …y esperen más. Fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo CPB 2024 por su vida y obra.
- Armando Plata Camacho: del megáfono a estrella de la locución. Germán Posada, septiembre 15/2024
- Armando Plata Camacho: “Emigrar, fue la mejor decisión de mi vida”. Germán Posada. Enero 06/2016
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