Por varios patos. Oscar Domínguez – coautor y compilador*
Bacenilla o Bacinilla
Es hora de hablar de cosas realmente serias. Empecemos por definir el “electrodoméstico”:
Bacenilla: A esta nostalgia nocturna también se le conoce con el alias de mica, pato o vaso. Es un inodoro nocturno portátil o de bolsillo, con florecitas en los bordes que los abuelos metían debajo del catre para escurrirle el bulto a los espantos.
O para ahorrarse alguna pulmonía que podían pescar por aventurarse a salir al baño a aligerar el riñón.
La bacenilla –bacinilla para sus íntimos- tomaba la forma de las nalgas que la contenían. Mica que se respetara tenía peladuras por fuera, al lado de la oreja, fruto de excesos fisiológicos.
Si el gato tiene siete vidas, en promedio, una bacinilla tenía tres vidas útiles que sumadas dan 97 años. La inútil dura de ahí en adelante.
La primera vida útil de este “recipiente de peltre para orinar” como la define el Nuevo Diccionario de Americanismos del Caro y Cuervo, Tomo I, dura 50 años y ocho días contados a partir del momento en que los tatarabuelos la compran, la usan y la dejan de herencia, ya amansada.
En la segunda vida aparecen jubiladas en el lavadero de la casa con una mata de hortensias o de novios adentro. Sobre el lavadero duran 27 años en promedio, según los bacinillólogos, entre los que me gustaría contarme porque eavemaría si la utilicé.
Los últimos 20 años de vida útil sorprenderán a la vieja bacinilla debajo de un palo de mango, con las hortensias o los novios regados. Hoy mangonean el wasap, el mando a distancia, la internet. Antes, el lujo corría por cuenta de la bacinilla.
Analbacín
Dichas las anteriores palabras, me reuní conmigo mismo, hice quórum, fundé la Asociación de bacinillólogos de Colombia, y a físico dedo, designé presidente a don Orlando Ramírez Casas, por telégrafo Orcasas, quien asumió funciones a través de la siguiente sesuda y olorosa ponencia:
Hombre, Domínguez:
En tu carácter de autonombrado vicepresidente de la Analbacín (Asociación Nacional de Bacinillólogos) me has designado presidente de la misma, honor que no tengo bacinilla en qué acomodarlo. Recuerda que hay una variante de la bacinilla denominada pato en los hospitales, por tener esos bordes extralargos que permiten esconder el contenido antes de que se derrame sobre las sábanas. Ingenioso.
Las bacinillas de pobres tuvieron que ser en otros tiempos de plomo, quizás; o tal vez de hojalata; o de madera recubierta de estaño; no sé.
Nuestros antiguos bacinillifabricantes se tuvieron que aprovechar de cualquier materia prima que tuviera al alcance de la nalg… de la mano, para hacerlas. El supremo lujo llegó cuando alguien inventó la bacinilla de ese metal porcelanizado denominado «peltre» que fue lo máximo en sofisticación.
El peltre no estaba al alcance de la pobrería, y era traído por los viajeros que iban a Europa como quien regresa de allá con un vaso tallado de cristal de Sèvres. Un objeto importado para descrestar a las visitas.
Yo me imagino a esas señoronas de principios de siglo como la esposa de don Carlos Coroliano Amador (es Coroliano y no Coriolano, porque el papá de él sabía más de Historia que de Ortografía) mostrándole orgullosa a sus amigas la bacinilla que se había comprado en el último crucero por esas tierras «de puro peltre, mijas, de puro peltre». Afirmación que sería recibida por un coro de «¡Oh!», «¡Oh!», «¡Oh!», cargado de envidias, que no cabría en la bacinilla.
Hay que agregar que una de las utilidades de este aparatejo era que cuando los niños eran purgados con ese aceite espeso y nauseabundo denominado Vermífugo Nacional, lo que mataba ascárides y oxiuros por montones, permitía contar las lombrices que el muchachito había arrojado y dar a las amigas el parte estadístico de que «ayer arrojó 17, pero hoy no arrojó sino 15». Eso ya era un progreso en el tratamiento contra los parásitos.
¿Qué es el peltre? Tuve que preguntarle a doña Wikipedia de Google, que ella sí sabe, y esto fue lo que me respondió:
El Peltre es una aleación compuesta por estaño, cobre, antimonio y plomo. Es maleable, blando y de color blanco con alguna similitud a la plata, poco reactivo y funde entre 170 y 230 °C por lo que suele emplearse para adornos.
Deduzco, por lo tanto, que nos metieron gato por liebre y que lo que llegó por estos lados no tenía contenido de plomo, estaño, cobre, o antimonio, sino un acero porcelanizado poco útil para envenenar a la mujer. Es de suponer que en la edad media si uno quería enviudar con rapidez no era sino obligar a la mujer a que usara frecuentemente su bacinilla de plomo. El plomo, como se sabe, es un elemento que se acumula en el organismo y a la larga produce envenenamiento. «Elemental, mi querido Watson», como diría Sherlock Holmes.
Con esta reflexión termino mi ponencia al aceptar el cargo de bacinillólogo que tan gentilmente me has ofrecido.
Comentario del vicepresidente ODG:
Orcasas, pues te diré que la presidencia de Analbacín, como la has bautizado certeramente, no podía quedar en mejores posaderas que las tuyas, septuagenarias. Seré un lánguido vicepresidente de tan anal asociación. A mí también me tocó contar lombrices gracias a este adminí-culo. Hoy los niños supongo que tienen exóticas bacenillas con conexión a internet para seguir las aventuras de Peppa Pig. Mejor dicho, esos aparatejos casi hacen pipí por ellos.
Un amigo, de Anorí, que exige el más abyecto anonimato, para no estar en malas compañías tuya y mia, me pide que te haga llegar estas consideraciones:
peltre De or. inc.
1. m. Aleación de plomo, estaño y algún otro metal.
En inglés:
pewter | ˈpyo͞odər | noun a gray alloy of tin with copper and antimony (formerly, tin and lead). • utensils made of pewter: the kitchen pewter. • a shade of bluish or silver gray: looking back at that pewter sky.
(Una aleación gris de estaño con cobre y antimonio (anteriormente, estaño y plomo).
• utensilios de peltre: el peltre de la cocina.
• un tono azulado o gris plateado: mirando hacia atrás a ese cielo de color peltre [plomizo]).
Sigue diciendo mi amigo del que solo diré que acaba de cumplir 92 años, fue abuelo a los 90, le tomó las mejores fotos a Fernando González, no salía de la casa de García Márquez en México a quien acompañó a recibir el Nobel:
El pato, como bien lo anota Orcasas, es otra cosa, aunque sirva para lo mismo. Otros sinónimos de la bacinilla son: beque, blanca rosa (porque había una canción que decía “blanca rosa perfumada / del jardín de mis quimeras), y panosa (Pa’ no salir). En cuanto al peltre, es como llamamos en Colombia y Venezuela al hierro esmaltado, que en realidad no es peltre. Tiene un aspecto plomizo, y los vasos y las copas en ese metal son caros y muy muy apreciados por los coleccionistas. Yo salí del error por pura casualidad un día que, de desocupado, me puse a leer El amor en los tiempos del cólera en inglés, y vi que el protagonista se bañaba en una tina de pewter. Eso no existe, y sería muy raro que Gabo lo hubiera escrito. Me fui entonces al original y me encontré con que la tina era de peltre. La traductora no supo la palabra, la buscó en el diccionario y le salió pewter. (se pronuncia algo así como piuder)
Hasta aquí mi amigo anoriseño.
Bidé
AF, Un amigo más que tampoco menciono porque lo pueden echar de la casa en plena cuarentena por andar en pésimas y olorosas compañías, se hizo nombrar vocal de la naciente y muriente Asociación con el siguiente aporte:
Bidé
Del fr. bidet; propiamente ‘caballito’.
1. m. Aparato sanitario con forma de recipiente, ovalado y bajo, que recibe el agua de un grifo y sobre el que se sienta una persona para su higiene íntima.
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Me vi en la necesidad de enviarle este mensaje:
Apreciado don AF:
¿No será pordebajiar el bidé hermanándolo con la prosaica y necesaria bacinilla? Yo de niño veía «eso» –el bidé- y no entendía para qué diablos servía un chorro de agua que echaba p’arriba si arriba no había nada. Nunca me atreví a preguntar en casa, pero sospechaba que en ese aparato tan raro había gato encerrado. Con el tiempo y un palito descubrí que en lugar de gato había algo más…. (odg)
La bacinilla, otro “electrodoméstico”
El Lobato Londoño, de Betulia, alias CDA
A propósito de bacinillas, mi tío Armando Maya Maya tiene la siguiente historia. Cuando estudiaba en el seminario de Misiones Extranjeras de Yarumal, las bacinillas hacían parte de los corotos personales y eran guardadas debajo de las camas de todos los seminaristas. Alguna noche, el vecino de cama de mi tío le dio orinarse no en su bacinilla sino en la ajena. Al día siguiente mi tío, sorprendido por el úreo hallazgo no tuvo más remedio que botar el nada precioso líquido y lavar el utensilio.
Dos noches seguidas se repitió la solapada miada y obviamente la concebida lavada. Así las cosas, en una ida al pueblo, mi tío, por sugerencia de algún MacGyver de la época, compró una papeleta de anilina roja y esa noche, cuando las luces se apagaron, echo la anilina al fondo de la bacinilla, la misma que horas más tarde fue adobada por la orina del vecino. Al día siguiente, cuando todos fueron levantados por el timbre, el vecino miró horrorizado el medio litro de “sangre” que mi tío sin querer queriendo le mostraba intencionalmente.
Como era de esperarse, ese día, el vecino no asistió a clases, porque fue llevado al hospital de Yarumal para los exámenes de rigor, exámenes que fueron suspendidos cuando mi tío contó lo sucedido a los superiores. Ambos fueron obligados a trabajos forzados de aseo general en el seminario durante una semana, pero hasta ahí llegó la miadita en lote ajeno
El Lobato
Y para terminar por hoy:
Recuerdos del pato
Albidet Sánchez
Del pato tengo muy malos recuerdos, siempre los relacioné con una persona enferma haciendo sus necesidades o vaciando sus entrañas en un maremoto de tos y arcadas horribles.
Del bidet, diré que le guardo mucho respeto. Los veo en muchos hoteles pero no los uso, a pesar de que en Kurdistán si me tocó hacerlo (allá no usan papel higiénico, solamente chorrito de agua muy fría –se me alborotaba la rinitis).
De los platones y poncheras, no faltaba un monaguillo detrás voliándolos para obligar a los feligreses tacaños a soltar el bolsillo.
Se usaron mucho por las abuelas para «remojar» ropa, aunque ya han sido reemplazadas (las poncheras, no las abuelas) por platones plásticos multicolores.
Y de las «bacenillas», siempre supe para qué se usaron, lo que nunca supe fue como era que se decía realmente:
– mijo, vuele y traiga la bacenilla que este niño no aguanta mas,,!!!
Era entonces cuando yo salía volao a traer la bacinilla pa poder tocar tambor en ella…
Feliz noche, y no olvides la bacenilla bajo la cama… es lo mejor pa la incontinencia que cerebro humano haya craniao,
Albidet
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*Óscar Domínguez Giraldo, 74 años, nació en Montebello, Antioquia. Casado, dos hijos, cuatro nietos. Ajedrecista de corazón y periodista por vocación; se considera «bogoteño» por haber vivido la mayor parte de su vida profesional trasegando sus calles. Fue redactor político, jefe de redacción y director de la agencia de noticias Colprensa. También tecleó para La República, El Espacio y la agencia de noticias CIEP. En radio trabajó en los noticieros de Todelar, RCN, Súper y el GRC. Fue corresponsal de la Voz de Alemania-DW y Radio Francia Internacional-RFI. Escribe semanalmente la Columna Desvertebrada para El Colombiano, de Medellín, y cada quince días la columna Otraparte, en El Tiempo. De estas columnas ya han surgido seis libros …y esperen más. Lo puede seguir en http://www.oscardominguezgiraldo.com/
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