Por: Ligia Echeverri Ángel[1]

Como todo proceso social, el cambio familiar se ha dado siempre. En nuestro país ha sido drástico en las últimas décadas, así el ciudadano común no alcance a percibirlo en toda su dimensión y consecuencias.

Lo que es inaudito es que los investigadores y gobernantes no hayamos podido anticipar los cambios, para orientar las acciones en materia tan fundamental como las relaciones familiares. Esta falencia ha dejado sin apoyo a las familias nucleares rotas, a las madres solteras, a los viejos y a las familias de escasos recursos.

Ha sobrecargado de funciones y responsabilidades a las madres y ha fomentado la formación de familias fuera del marco legal, con lo cual, los roles familiares se distorsionan y producen efectos psicológicos y sociales nefastos. El alcoholismo, la drogadicción, la violencia familiar, la promiscuidad sexual y, sobre todo, la pérdida de valores éticos, son productos no calculados de la falta de previsión en las políticas de bienestar social para una sociedad que, como la nuestra, ha tenido cambios acelerados por razones endógenas y por influencias externas propias de los avances en la globalización, las TIC’s y la informática transnacional.

Lo que planteo enseguida con un ejemplo, puede ocurrir o no, pero creo necesario decir que esta carta la escribí para participar como ponente sobre Cambios Familiares y Envejecimiento, en un Congreso de Geriatría y Gerontología celebrado en el famoso recinto de Quirama, en Rionegro, Antioquia en 2003. En dicha carta- pronóstico, señalé, usando el método prospectivo, las tendencias reales y los escenarios posibles para el año 2070 en la ciudad de Bogotá, como una manera de recordar que todas nuestras acciones y omisiones tienen efectos sobre todas las esferas de la vida. Serán positivas o negativas según podamos o no, anticipar y prevenir desgracias, orientar racionalmente a las nuevas generaciones para que puedan afrontar con responsabilidad social y amor los cambios abruptos que se avecinan, y pagar la deuda histórica con nuestros mayores.

Creo que este tipo de medios –quintopiso.net­‑ colaboran para abrir al público en general el debate interdisciplinario que hasta ahora ha sido más académico e institucional. Es necesario que la gente opine frente a su futuro y el de sus hijos y presione a los dirigentes del país a que asuman soluciones variadas para cada etapa de la vida, y ayuden a generar proyectos sociales con visión de corto, mediano y largo plazo en beneficio de cada generación. Y yo abogo por apoyar ya, los dos extremos: los niños y los viejos

Carta a mi papá

Y para ilustrar la visión de los cambios familiares, sociales y ambientales nos ubicaremos en el año 2070, mediante una carta -email- que envía una hija a su padre desde la ciudad de Bogotá, Colombia.

Bogotá, 13 de febrero de 2070

Querido papá:

Recibe un abrazo de Andrea, quien te agradeció los chocolates que le enviaste al hospital. Ella ha respondido muy bien al nuevo medicamento contra el cáncer del páncreas y pronto estará de nuevo trabajando.

Pobrecita! tener que volver a la mega corporación, en esta ciudad enloquecida por un tráfico desordenado, con un aire casi irrespirable por la contaminación, con un ruido ensordecedor y un paisaje desolado por la cantidad de desocupados que pasean por las calles, a falta de algo mejor que hacer!

Desafortunadamente, no ha vuelto a llover y los ecólogos dicen que la causa es la deforestación de los cerros que hicieron los constructores del siglo pasado y de las primeras tres décadas de éste, la enorme migración interna y externa y el consecuente crecimiento de la población, todo lo cual, acabó con lo que en el año 2000 se llamaba la Sabana de Bogotá. Tú si te debes acordar muy bien de ella. Dizque era muy linda por allá en 1950 con mil distintos tonos de verde, como la canción gaucha.

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En cuanto a la salud, afortunadamente nuestra ciencia y la medicina han logrado muchos avances y es así como a mis 80 años, me siento como de 30 y disfrutando de mi reciente pensión de jubilación.

Foto montaje: Busakorn Pongparnit

Carlos, el tercer esposo de Andrea, estuvo visitándola y le informó sobre Federico. ¿Te acuerdas de tu nieto? Está haciendo el postdoctorado en física nuclear, con una beca en Tokio. Carlos, su papá le envía algunos recursos adicionales para vivir en esa megalópolis. Sin embargo, cuenta que el tránsito allí es muy eficiente. Sólo hay transporte público que usa energía solar, eólica y atómica. Pero además, la gente vive cerca del sitio de trabajo o de estudio. Por eso él cree que es mejor vivir allí donde hay 65 millones de seres que en nuestra ciudad de sólo 22 millones.

Yo estoy dedicada a escribir biografías de científicos ilustres de nuestro país, entre ellos de Llinás, un médico famoso de finales del siglo pasado. También visito a mi hija Andrea, quien como muchos, vive sola. Su departamento es fácil de arreglar porque es diminuto y tiene todas las comodidades digitales
La verdad es que me hace falta un bisnieto, pero creo que no lo veré. Federico no tiene interés en ese asunto. Claro que aún está muy joven. El próximo mes apenas cumple los 40.Tampoco Francisco que es gay y no quiere ni adoptar.

Cuéntame cómo estás en tu hogar comunitario y si te has tomado tu revitalizante. Te vi muy bien por el videoteléfono, a pesar de tus ya 109 años. Debes cuidarte ¡!. ¿Volviste a saber algo de tu hermana o de tu sobrino? Si los ves, envíales mis besos,

Con amor,

Tu hija,

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[1] Ligia Echeverri Ángel. Socióloga especializada en Antropología Social. Prof. Titular UN. Investigadora en temas de familia, vejez y envejecimiento. El ejemplo de este artículo fue presentado por ella en un Congreso de Gerontología y Geriatría en 2003. Desde entonces, y a pesar de su crecimiento poblacional, nada ha ocurrido en política pública sobre las personas mayores en Colombia.