Antecedentes de la floricultura en Colombia

Por: Alfonso Nieto G.*

Pueblos sin amor a las matas
pronto pasan a ser pueblos matones

Enrique Pérez Arbeláez

Abordar aspectos que tienen que ver con los inicios de la floricultura en Colombia es altamente complejo y difícil por la falta de información y porque los referentes de crónicas históricas y de cuadro de costumbres, pocas veces, se detuvieron a describir con minucia el ambiente sensible que rodeaba los hechos descritos en las mismas; se veía lo macro, se nombraba lo macro y se desconocían muchas particularidades que tenían que ver con la forma de vida y su transcurrir cotidiano, como el caso de las flores, su siembra, cultivo y valor ornamental, que por lo común siempre estuvo asociado al quehacer de las mujeres de la casa y que no fue de relevante importancia, acá cabe observar que los cronistas e historiadores fueron hombres que configuraron una visión social patriarcal al trasplantar las relaciones y costumbres de género a la usanza del viejo continente y que se reproduce a través de los tiempos desde las primeras crónicas durante la conquista y toda la colonia1.

El presente escrito es una exploración corta y de aproximación a lo que se podría definir como “protohistoria”, vista más como un acercamiento histórico a partir de algunos hechos y narraciones que pueden dar en su conjunto una visión más o menos clara de lo que fue el cuidado y cultivo de las flores y su uso y comercialización desde antes de la conquista, pasando por la colonia y la república decimonónica hasta la primera mitad de la década de los 60 en el siglo pasado y para el caso de la Colombia actual.

Un lugar para la contemplación de la naturaleza, la medicina y el placer.

Tula-Coatepec. Códice Tovar elaborado por el jesuita Juan de Tovar hacia 15852

Las culturas precolombinas desarrollaron además de sus cultivos, espacios dedicados a la sensibilidad vital, creados exclusivamente para la observación de la naturaleza y para estar en un contacto perceptivo y de recogimiento, para lo cual destinaron grandes espacios donde se conjugaba el paisaje natural y local con algunas plantas decorativas estimadas por su colorido, aroma, forma y por lo que representaban místicamente dentro de su gran imaginario cultural aparte de ofrecer, en muchos casos una vibrante colección de plantas medicinales. El médico, Francisco Hernández de Toledo (1514 a 1517 La Puebla de Montalbán, Toledo –1587, Madrid.) nombrado por Felipe II como el “Protomédico General de Nuestras Indias, Islas y Tierra Firme en el Mar Océano”, en su obra: Quatro libros de la natvraleza y virtvdes de las plantas y animales que estan receuidos en el vso de la Medicina en la Nueua España, inspirado en sus investigaciones en México, describe el importante uso que hacían los aztecas de las flores, donde dice que las emplean para hacer coronas, ramilletes, perfumes y que “los naturales de estas tierras no conocían los collares pulseras o brazaletes, si no eran hechos de flores”, igualmente muchas referencias hablan de los jardines aztecas como lugares sembrados exclusivamente de flores y plantas medicinales, generando gran alegría a los que paseaban en ellos “por la variedad de flores, y rosas que tenían y por la fragancia y buen olor que de sí echaban”, además era importante y digno de respeto el “ofrecer ramilletes, guirnaldas y collares de flores a las personas de autoridad, para lo cual los nobles tenían una constante provisión de flores”3; en la mitología azteca y en la poesía náhuatl las flores tienen una alta representatividad y una acción protagónica de primer orden y que se mantiene aún hoy día como es el caso de la flor cempoaxóchitl o flor de muerto –Tagetes patula y Tagetes erecta– de amplio uso para las festividades del Día de los Muertos y además con fines artesanales, alimenticios y medicinales. También, el omixochit o nardo –Agave tuberosa o Polianthes tuberosa– planta apreciada por su exquisito y fuerte aroma, con propiedades antibacterianas, antifúngicas, insecticidas, herbicidas, cicatrizantes y cuyos rizomas son muy ricos en saponinas. Otra planta, es el yerbanís, pericón, “hierba de Tláloc” o yauhtli –Tagetes lucida- planta de altísimas propiedades medicinales, culinarias y mágicas.4

 Una continua y total compenetración con la naturaleza

En Sur América, los jardines incas eran patios con lagunas, fuentes de agua donde habían muchas plantas y flores de gran variedad con árboles chicos y grandes, pájaros y grandes aves, con mucha diversidad de animales, además de plantas comestibles como la quinua, legumbres y árboles frutales, eran los “jardines de oro y plata” como lo describe Inca Garcilaso de La Vega en su obra Comentarios Reales.5 Además del acompañamiento de diversas plantas de uso medicinal, que debían estar a la mano para aliviar dolores y males.

En Colombia, en la Sabana de Bogotá, existían los llamados bosques pantanosos y humedales, además de zonas drenadas que conformaron fértiles bosques andinos, caracterizados por la presencia de grandes árboles y arbustos como el cedro, el cucharo, el aliso, el arrayán, el espino, el mortiño, el tibar, sauce, corono y muchos más; también en los alrededores se encontraba una alta variedad de helechos, bromelias y orquídeas. El pueblo chibcha con sus cercados, gozaba de toda esta variedad de plantas, además de hierbas arvenses nativas, pastos y flores silvestres con propiedades medicinales y culinarias entre las que llaman la atención la guaca o chisacá, uchuva, venadillo o escobo, guasca, guaba o jaboncillo, tomatillo o yerba mora, viravira o lechuguilla, verbena, entre otras muchas más.6 Con el proceso de la conquista y la colonia estos paisajes y ambientes se ven progresivamente transformados o europeizados, con la introducción de plantas y animales. Además de la llegada de diversas plantas comestibles, se establecieron (introdujeron?) especies ornamentales como “… las rosas (Rosa spp.), el álamo (Populus nigra), el ciprés vela (Cupressus sempervirens), los retamos (Genista monspessulana, Ulex europaeus), los claveles (Dianthus barbatus, D. caryophyllus) y muchas otras plantas”7 a la par que también se traían y adaptaban plantas de otras zonas americanas,

Fotografía actual del altiplano cundiboyacense

Por ejemplo, el falso pimiento (Schinus molle), originario de los Andes secos del Perú, Bolivia, Chile y Argentina. La mermelada (Streptosolen jamesonii), nativa de los valles secos de montaña entre Ecuador y Perú. Y las astromelias (Alstroemeria spp.), originarias de Perú, Chile y Argentina. Aunque no se conoce con exactitud cuándo ni cómo fueron traídas estas especies a Colombia, es muy posible que sus introducciones se hayan realizado entre los siglos XVI y XIX. 8

«Poco a poco surge un culto por el cuidado de las flores y se les ve un interés económico por los diferentes usos que requería el empleo de las mismas y de las plantas vistosas, muy asociado a los ritos y celebraciones religiosas, a los arreglos de floreros y a la manifestación de expresar sentimientos

Así, con la progresiva llegada, establecimiento y adaptación de nuevas plantas al ambiente sabanero, se va conformando lo que se podría llamar una “criollización” o un “mestizaje” del paisaje, donde el jardín y la ornamentación a partir de las plantas adquiere un aire muy particular, conjugándose especies endémicas y nativas del nuevo mundo con especies vegetales del otro lado del océano. Poco a poco surge un culto por el cuidado de las flores y se les ve un interés económico por los diferentes usos que requería el empleo de las mismas y de las plantas vistosas, muy asociado a los ritos y celebraciones religiosas, a los arreglos de floreros y a la manifestación de expresar sentimientos.

El jardín en las casas, al final de la colonia e inicios de la república, asume una importancia intimista y es un lugar de encuentro privado, para la soledad y la compañía, cuando la situación lo requería; es el microcosmos donde el contacto con la naturaleza permite el solaz y el desprendimiento a las labores cotidianas. Estos jardines son espacios declarados para el cuidado de las mujeres de la casa:

«A través del siglo XIX se implementó el jardín. El antiguo solar colonial que cumplía más con la función de huerta que de jardín, fue complementado con plantas ornamentales que se colocaron en los patios interiores. Alberto Corradine explica que el patio se tornaría en un espacio donde crecerían inicialmente arbustos y se transformaría finalmente, en razón del seguimiento por el refinamiento europeo, en el ámbito destinado al cultivo de flores y plantas aromáticas. Este lugar se convirtió, gracias al cuidado directo de la señora de la casa y de sus hijas, o bajo su dirección, en un ámbito de deleite visual y esparcimiento en el hogar…«9

También, los jardines y huertas son importantes proveedores de alimentos, medicinas y belleza:

«En el jardín y en la huerta se cultivaban plantas ornamentales, medicinales y comestibles, como rosas, claveles, papayos, curubos, naranjos, manzanos, madreselva, malva, ortiga, linaza, albahaca y mejorana. Con estas últimas se hacían baños curativos o bebidas aromáticas para tomar; algunas de éstas también tenían uso medicinal. Con los frutos, como en el caso de la papaya, se preparaban conservas10

Casa Museo Parque el Chicó. Patio- jardín.

Esta variedad de plantas, nos da idea de que existía un marcado comercio de plantas y flores para le época. Gracias a algunos viajeros del siglo XIX, se describen relaciones de la riqueza agrícola y lo que era el variado mercado grande de la Plaza Mayor –hoy Plaza

de Bolivar- que se realizaba los viernes en Bogotá, donde era fácil encontrarlo todo y que generaba la admiración de los visitantes.

En su libro Viaje por la República de Colombia en 1823, Gaspard Théodore Mollien11 describe, diversos aspectos relacionados:

«En esa llanura no crecen más árboles que los sauces y los manzanos; pero si las plantas de gran tamaño no adquieren gran desarrollo en esa altitud, en cambio los cereales se dan con abundancia insospechada: todo el campo está cubierto de cebadas, de trigales, de avenas y de pastos excelentes. ¡Espectáculo maravilloso este de encontrar a una altitud, en la que en Europa el hombre vive a duras penas, y que está cubierta de nieves, una campiña tan rica como la de Beauce!12

En cambio no experimenté la misma admiración que otros extranjeros a la vista de los huertos y jardines que se encuentran en algunos sitios de la llanura de Bogotá, pues si cabe maravillarse de encontrar casi en el ecuador las mismas legumbres e idénticas frutas que en Europa, en cambio el color y el sabor de esos productos demuestran que el calor que hace en estos distritos es insuficiente para que maduren. Las rosas y los claveles también pierden aquí alguno de sus encantos, ya que no se puede aspirar su aroma sin experimentar en el órgano del olfato agudos dolores provocados por las miríadas de insectos imperceptibles que invaden sus pétalos.

A pesar de esos inconvenientes, que talvez andando el tiempo horticultores más entendidos conseguirán eliminar, hay que convenir en que esta meseta de Bogotá excede por su elevación, por su extensión y por su asombrosa fertilidad, a todo cuanto la imaginación del hombre haya podido forjar.» (pp. 58-59).

Y más adelante, refiriéndose al mercado grande de Bogotá, anota:

«Se advierte en ese mercado una gran abundancia de carnes, de granos, de verduras y de frutas de toda especie. Se encuentran allí las de Europa y las de América. Se ven cestos de fresas, de piñas, de aguacates, de melocotones y de manzanas; más allá, montones de coles, de zanahorias, de patatas, de yucas y plátanos; al lado de sacos de maíz, de cebada y de trigo se ven montones de almendras de cacao, de pilones de azúcar; en un sitio se venden mil especies de plantas vulnerarias que los indios recogen en los páramos, y un poco más allá una mujer vende claveles, rosas y jazmines13 (pp. 189), y luego escribe: “Por los alrededores de Bogotá hay bonitos paseos bordeados de sauces y de rosales por los que trepan las capuchinas” (pp. 190).

Mercado en la plaza Mayor de Bogotá del viaje del Dr. Charles Saffray en 1869. Tomado de la Geografía Pintoresca de Colombia14

Mollien cuando se refiere a la fiesta religiosa del Corpus Christi, rescata la gran importancia que tenía para los habitantes de Bogotá, donde comenta que las muchachas escogidas por su belleza llevan cestas con flores, igualmente José M. Groot, refiriéndose a la misma celebración, narra la vistosidad de los arreglos en los altares donde las flores junto con otros elementos daban un rico e imponente brillo.

«Se ven cestos de fresas, de piñas, de aguacates, de melocotones y de manzanas; más allá, montones de coles, de zanahorias, de patatas, de yucas y plátanos; al lado de sacos de maíz, de cebada y de trigo se ven montones de almendras de cacao, de pilones de azúcar; en un sitio se venden mil especies de plantas vulnerarias que los indios recogen en los páramos, y un poco más allá una mujer vende claveles, rosas y jazmines«

Gaspard Théodore Mollien

Pero, ¿cómo se conseguían esas flores?, además de claveles y rosas, se nombraban también lirios, dalias, gladiolos, magnolias, jazmines, azahares y flores silvestres como las bromelias, fucsias y orquídeas, entre otras más. Es posible pensar, en la existencia de jardines y huertas dedicados para tal fin y en proveedores que suministraban flores y plantas de “tierra caliente” y que a la vez proveían a los vendedores de flores en los diferentes mercados en Bogotá y en ciudades importantes como Medellín, Cartagena, Cali y Popayán. Acá es bueno recordar a la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783-1810) que con sus investigaciones, además de abrir un camino hacia los estudios científicos y botánicos, también llamó la atención sobre la riqueza vegetal y el “mundo” floral que rodeaba a los neogranadinos, despertándoles gran interés y admiración y por supuesto, la posibilidad de adquirir y poseer esas plantas y flores, a la par que en Europa crecía la fiebre por las orquídeas, los helechos y las plantas exóticas del trópico.

La orquideomanía y la expoliación vegetal para un poderoso mercado de plantas exóticas

A mitad del siglo XVIII, en Europa crece la admiración y el fanatismo por las orquídeas, a raíz del florecimiento de una orquídea llevada de las Bahamas a Inglaterra, donde floreció, la Bletia verecunda15 disparando el gusto por las orquídeas y algunas plantas exóticas en las clases pudientes, especializando el mercado y facilitando el surgimiento de los llamados cazadores de orquídeas que se movían por todas las zonas tropicales de América, Australia, África y Asia en búsqueda de diversas plantas raras y de las más llamativas orquídeas, originando a su vez uno de los mayores impactos ambientales de todas las épocas, donde se arrasó con bosques completos y se agotó la reserva biológica de muchas especies de plantas. Gracias a dos importantes inventos, el barco de vapor y las cajas de Ward16 muchos cazadores de plantas y empresarios viveristas lograron llevar con éxito su empresa. El fanatismo por las orquídeas creció de una forma apabullante, se crearon revistas especializadas con catálogos de lujo para los clientes donde se ofrecía un gran surtido de estas plantas, con precios escandalosos, una sola planta de orquídea podía llegar a costar de 3 mil a 5 mil libras esterlinas de la época17, por supuesto estos precios fueron bajando tras la oferta. Para finales del siglo XIX una planta de orquídea, dependiendo de su rareza, podía costar entre 2 mil a 6 mil dólares actuales.

 

El innovador Crystal Palace de Joseph Paxton. BBC Mundo/Getty Images..

Cazadores de orquídeas famosos llegaron a Colombia durante el siglo XIX, entre los que se encuentran reconocidos botánicos como Karl Theodor Hartweg, Jean Jules Linden18, Josef Warczewicz, Hermann Kaster, Édouard F. André, Hebry Chesterton, Benedikt Roezl, Albert Millican, Guillermo Kalbreyer, entre otros, e inclusive científicos locales brillantes como José Jerónimo Triana se prestaron a ser sus contactos y ayudantes para facilitarles la consecución de orquídeas; se dice que José J. Triana intercambió orquídeas con Linden por libros en varias oportunidades.

Odontoglossum crispumOdotoglossum alexandre. James Bateman. Tomado de Una monografía del Odontoglossum, de James Bateman, publicada en Londres 1874.

Orquídeas como la Odontoglossum crispum y las Cattleyasse se hacen muy populares para el gusto europeo y los envíos son masivos y agresivos. Varios investigadores reportan que en al año de 1878, una de las casas inglesas más importantes, la William Bull de Chelsea, anunció la llegada y puesta en venta de un lote de orquídeas con dos millones de plantas19 , lo que implicaba una gigantesca y luchada pesquisa por parte de los buscadores y comercializadores. Albert Millican, en su libro Travels and Adventures of an Orchid Hunter: An Account of Canoe and Camp Life in Colombia, publicado en 1891, justifica la “necesaria” tala de los árboles para conseguir orquídeas: «En estas inmensas selvas, donde unas pocas hectáreas de roza se consideran un gran beneficio y donde si no se cuida se vuelve otra vez selva en tres años, tumbar algunos miles de árboles no representa ningún daño serio«, lo escribe después de contar su travesía hacia la zona de Maripí (Boyacá), donde para conseguir diez mil plantas de Odontoglossum crispum, se tuvieron que talar cuatro mil árboles, labor que le llevó dos meses con la ayuda de treinta nativos de la zona.20

Pero la admiración por las orquídeas y el querer poseerlas, no solamente fue moda21 de las clases pudientes europeas, en Bogotá también fueron apreciadas, el historiador Amado de Camilo, escribe:

Existen algunos indicios de las primeras colecciones de orquídeas que pudieron constituirse en Colombia. En el diario de su viaje por el país en 1881 y 1882, la inglesa Rosa Carnegie-Williams frecuentemente menciona orquídeas e incluso su encuentro con un cazador de orquídeas. Asimismo, Carnegie-Williams describe que para adornar su casa en Bogotá compró una colección de orquídeas en San Victorino y que en un viaje a Zipaquirá le ofrecieron unas orquídeas a un precio muy elevado… En Medellín se conserva una serie de cartes de visite de Pastor Restrepo (1839-1921) con fotografías de orquídeas que dan cuenta del aprecio e interés que existía en Colombia por estas plantas durante el siglo XIX…

Igualmente, a la par que venían muchos exploradores y visitantes extranjeros, en la segunda mitad del siglo XIX, también llegaban familias extranjeras a invertir y radicarse en estas nuevas tierras, estas familias traen e importan diversos tipos de plantas ornamentales, e introducen particularmente plantas de rosa, que aún es posible apreciar en algunos jardines de casas y quintas sabaneras22.

En las últimas décadas del siglo XIX, Bogotá comienza a tener grandes cambios en su distribución urbanística, se hacen parques, se traslada el mercado mayor, se adecuan vías y se inician estudios para un acueducto funcional, a la vez que se piensa en la introducción de la iluminación eléctrica e inicia el surgimiento de grandes industrias, y todo esto se ve reflejado en un crecimiento de la población que empieza a tener diversas necesidades y consumos, donde las flores no pueden faltar… (continuará).

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CONSULTAS Y REFERENCIAS

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Malcom Deas. (1991). “Aventuras y muerte de un cazador de orquídeas. Albert Millican, viajero del siglo XIX en Colombia”. Credencial Historia. (No. 22, octubre) pp. 8 – 11. Bogotá, Colombia.
José Manuel Groot. (1951). Historia y Cuadros de Costumbres. Biblioteca Popular de Cultura Colombiana. Editorial ABC. Bogotá. pp. 175.
Mateo Hernández S. (2016). Historia del uso y del conocimiento de la flora y de las especies típicas de la Sabana de Bogotá y sus antiguas haciendas. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Visitado julio 15 2021, en: http://repository.humboldt.org.co/bitstream/handle/20.500.11761/9658/16-237-caroycuervo-historia-uso flora.pdf?sequence=1
Edelmira Linares y Robert Bye. (Marzo-abril 2006). “Las plantas ornamentales en la obra de Francisco Hernández .`El preguntador del rey` ”, Arqueología Mexicana núm. 78, Las Flores, pp. 48 57. Editorial Raíces. México. – Leonardo Mattos. (1988). “Jardines Incaicos Mito y Realidad”. Revista Dau-Documentos de Arquitectura y Urbanismo-, (4), 5-7 y 29. Visitado julio 15 2021, en: https://cupdf.com/document/jardines-incaicos-mito-y-realidad-1988-rev-dau documentos-de-arquitectura.html
María Aránzazu Robles Santana. (2014). “Crónicas de la Conquista. Estereotipia de género en el Choque entre dos mundos. El Caso de Costa Rica”. Tabula Rasa, (21), pp. 269-286. Visitado julio 15, 2021, en
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1794-24892014000200014&lng=en&tlng=es. – María Astrid Ríos Durán. (2007). “La casa santafereña, 1800-1830: en el camino hacia la intimidad, el confort y la domesticidad”. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. (34), pp. 43-84. Universidad Nacional de Colombia Bogotá, Colombia.
Dora Sierra Castillo. (2018). “El Yauhtly, planta sagrada de Tláloc y San Miguel”. Diario de Campo, (30), 15. Visitado julio 25, 2021 en https://www.revistas.inah.gob.mx/index.php/diariodecampo/article/view/8435. – Gaspard Théodore Mollien. (1944). Viaje por la República de Colombia en 1823. Biblioteca Popular Colombiana. Imprenta Nacional. Bogotá.
Amado de Camilo Uribe Botta. (septiembre 2020). “Las orquídeas colombianas en Europa en el siglo XIX –entre ciencia y comercio”. Credencial Historia No. 368. Visitado agosto 10, 21, en: https://www.banrepcultural.org/biblioteca virtual/credencial-historia/numero-368.
Ana María L. Velasco y Debra Nagao. (Marzo-abril 2006). “Mitología y simbolismo de las flores”, Arqueología Mexicana núm. 78, las Flores, pp. 28-35.

Otras consultas:

James Bateman. (1874). A Monograph of Odontoglossum. L. Reeve & Co. London
Verónica Crousse Rastelli.(2011). Reencontrando La Espacialidad en el Arte Público del Perú [Tesis doctoral]. Universidad de Barcelona. Barcelona. Visitado agosto 16, 21, en
http://diposit.ub.edu/dspace/handle/2445/35434?mode=simple
Luis D. Gómez. (2007). “Orquídeas Centroamericanas en Inglaterra del siglo XIX”. Lankesteriana 7(3), pp. 479-492.
Tim Harford. (16 febrero 2020). “Cómo unas ingeniosas cajas de cristal se volvieron poderosas armas en manos de colonizadores británicos”. BBC News|Mundo. Visitado agosto 10, 21, en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-51474420
Library of Congress. (18-07-2015). Biblioteca Digital Mundial. Visitado agosto 17, 21, en: https://www.wdl.org/es/item/6744/
https://www.wdl.org/es/item/6744/
Sergio Orozco Abarca. (2020). “Rendidos Ante la Guardia Morada”. Revista Herencia 33(1), pp. 135-168. Universidad de Costa Rica. San José.
The Telegraph.(3 august 2016). “The man who built the majestic Crystal Palace”. The Telegraph. Visitado agosto 11, 21, en: https://www.telegraph.co.uk/only-in-britain/man-who-built-crystal-palace/

Videos:

Fundación Parque Explora. Parque Explora. 30 -nov-2011. Cazadores de orquídeas y otras historias de viajeros y flora (Invitado: Jorge Orlando Melo). . Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=veeNMGaFuRI -Jardín Botánico de Bogotá. 10-sept-2020. Cazadores de orquídeas con Luis Eduardo Mejía. . Facebook Live: https://www.facebook.com/148086468592729/videos/1097454480674691

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Notas

1 Ver: Robles Santana, M. Aránzazu.
2 Juan de Tovar (1546-1626), el códice consta de una serie de 51 láminas y se divide en tres secciones. En esta lámina se representa la creación de un lago que bordea la “montaña de la serpiente” o Coatepec, por parte de Tenoch y Tochtzin. Ver: Library of Congress.
3 Tomado de Edelmira Linares y Robert Bye.
4 Consultas: Ana María L. Velasco y Debra Nagao, Lydia María Calvo, Dora Sierra Castillo.
5 Leonardo Mattos.
6 Ver Mateo Hernández S.
7 Ibid. M. Hernández S.
8 Ibid. Mateo Hernández
9 Suzy Bermúdez y Diana Urbano.
10 María Astrid Ríos D.
11 Gaspard Mollien, diplomático y explorador francés (Paris 1796- Niza 28 1872), escribió además, otros libros sobre sus viajes a África y América.
12 Beauce es una llanura agrícola en Francia considerada el “granero de Francia”.
13 Subrayado mío
14 Eduardo Acevedo Latorre. -Recopilador y director-
15 Sin embargo, hay reportes de una primera orquídea florecida en Holanda entre los años 1634-1685, que provenía de Curazao, la Brassavola nodosa. Ver: Sergio Orozco.
16 El médico y botánico inglés, Nathaniel Bagshaw Ward (1791-1868), fue el creador, a partir de sus observaciones en 1829 de la CAJA WARD, que era una vitrina de cristal, donde pudo mantener y cultivar plantas. Ya para 1833 George Loddgies –hijo de Conrad Loddgies unos de los primeros viveristas particulares de Inglaterra- logra enviar plantas vivas desde Australia con el uso del estuche o cajas Ward, al decir de George: “Mientras que antes solía perder diecinueve de las veinte plantas que importaba durante el viaje, ahora son diecinueve de las veinte plantas en promedio, las que sobreviven”. Las cajas Ward, fueron la solución para transportar plantas vivas desde cualquier parte del mundo y en tierra firme, en Europa, se construyeron de todos los tamaños, dando origen a los “glass house” o “casas de cristal”, invernaderos con todas sus aplicaciones en la horticultura. Al respecto ver: Tim Harford y Luis D. Gómez.
17 Al precio de hoy equivaldría entre 65 mil a 110 mil dólares –aproximadamente de 250 a 400 millones de pesos colombianos-
18 Jean Jules Linden (1817-1898), científico botánico admirable, de origen belga, fue explorador, viverista y empresario, amante rotundo de las plantas del trópico, especialmente orquídeas, begonias y anturios, y quien para mantener estas plantas construyó invernaderos debidamente climatizados. Fruto de sus cuidados ganó premios en reconocidas ferias en Paris y Londres. Publicó diversos libros y catálogos con muy bellas ilustraciones y con amplia información descriptiva de las especies. En la clasificación taxonómica más de 900 especies de plantas llevan su nombre.
19Véase Malcom Deas.
20 Igual, M. Deas.
21 Toda moda y toda pasión, tiene su fin, a comienzos del siglo XX, las grandes colecciones privadas de orquídeas y plantas exóticas establecidas en los invernaderos de cristal, mantenidos con calefacción y con sus altos gastos energéticos, se ven golpeados por el costo del carbón y su escasez ocasionado por la 1ª. guerra mundial y recibe su estocada final, en la gran depresión de 1929 con la caída de la banca y los mercados financieros. El fenomenal “palacio de cristal” y edificio de vidrio más grande del mundo el invernadero de Chatsworth, que fue residencia de múltiples exposiciones de orquídeas y todo tipo de plantas exóticas desde su creación en 1840, a raíz de la guerra, tristemente sus árboles y plantas murieron. Fue demolido en 1920.
22 Observación a partir de experiencia propia.

El presente artículo se publicó inicialmente en la revista METROFLOR-Agro. Edición No. 105. 11 septiembre 2021. Pp-54-60. Bogotá D.C.
© COPYRIGHT Prohibida la reproducción parcial o total de presente escrito sin previa autorización de su autor. Alfonso Nieto G. alfonsonietog.asesorias@gmail.com – janietogo@unal.edu.co

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*Alfonso Nieto G. es Ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de Colombia, experto en floricultura.  Investigador, escribe cuento, poesía y ensayo. Codirector de las revistas culturales Xué y Punto de Partida de la Universidad Nacional. Desde el año de 1978 se ha dedicado a estudiar la etnohistoria y la etnografía musical del Caribe y las culturas afroamericanas. Sus estudios han sido publicados en periódicos como El Tiempo, El Espectador, El Siglo, El Universal de Cartagena, El Heraldo de Barranquilla y en otras revistas culturales.