Llegar a ser inmortal es uno de los ideales que ha buscado la humanidad en todas las épocas. Era la razón de ser de los alquimistas, quienes además de convertir cualquier cosa en oro, buscaban la fuente de la eterna juventud, la Piedra filosofal. Incluso hay algunos relatos que hablan de personajes que lo consiguieron y que van apareciendo en distintas épocas de la historia.

Inmortales en la biblia, la literatura y el cine

La biblia trae historias de vidas extensas en la época antediluviana (antes del diluvio). El caso de Matusalén, abuelo de Noé, quien según la biblia vivió 969 años y fué el más longevo de los patriarcas, es una referencia. El mismo Noé, según el AT vivió 950 años.

En la literatura, Honoré Balzac logra revertir el envejecimiento, aunque lo lleva al extremo, en su libro Piel de zapa; Jorge Luis Borges lo consigue con “El inmortal”, un reconocido cuento de El Aleph, y nos lleva a la mismísima ciudad de los inmortales y a su origen. Otro caso es el de Peter Pan, de James Matthew Barrie, quien se niega a crecer y se perpetúa como niño. También Fernando Savater se aventura a develar porqué el hombre busca la inmortalidad, desde el punto de vista teológico y filosófico en La vida eterna.

Uroboro, uno de los símbolos de la inmortalidad

El cine tiene toda una colección de películas que tocan el tema, solo mencionaremos algunas. Una serie reciente de Netflix, Altered Carbon La historia de la inmortalidad,  nos da una visión sobre el futuro de la especie humana; en “La vieja guardia” (2020) y «La muerte le sienta bien» (1992) se muestra que vivir por siempre es más difícil de lo que parece. Convertirse en vampiro, al parecer, es garantía de la inmortalidad, así lo muestran las más de 10 películas que lo involucran, entre ellas «Entrevista con el Vampiro» (1994). También «Volverine inmortal» (2013), cuyo personaje tiene el poder de la regeneración.

Lo cierto es que no hay ninguna evidencia científica o documentación histórica que valide un acontecimiento de inmortalidad y, hasta ahora, todo es ciencia ficción, pero solo hasta ahora.

“La única certeza que tenemos en la vida es que nos vamos a morir”

Mercedes Sanz, Historiadora del arte y especialista en iconografía de la muerte

El Genoma Humano: porqué envejecemos

Sin embargo, el trascendental avance científico que ha significado el mapeo genético del cuerpo humano (a través del Proyecto del Genoma Humano o PHG), ha facilitado la investigación sobre muchas de las enfermedades que afectan al ser humano, así como el desarrollo de fármacos específicos para contrarrestarlas.

Uno de los grandes enigmas “¿Porqué envejecemos?” se ha comenzado a despejar con el entendimiento de cómo funciona el cuerpo humano desde lo biológico y fisiológico. Esto ha permitido reconocer las causas del envejecimiento, con lo cual ya se dio inicio a la carrera para detenerlo o lo que es lo mismo, la carrera por la inmortalidad. En ese camino anda el gerontólogo Aubrey de Grey quien es conocido por su firme defensa de que una esperanza de vida indefinida es posible y se atreve a vaticinar que «en menos de cinco años revertir el envejecimiento será una realidad»

“Voy a envejecer para todo, para el amor, para la mentira, pero nunca envejeceré para el asombro”.

G.K. Chesterton, escritor y filósofo

La Rapamicina y… por dinero no se preocupen

Telomerasa, reprogramación celular como tratamientos y Metformina, espermidina y el resveratrol como medicamentos que han sido testeados con relativo éxito en pequeños animales, son algunos intentos, pero es la Rapamicina, molécula proveniente de la isla de Pascua, la que ha sido probada de diversas maneras con prometedores resultados, y desde ya se le considera como la «molécula milagrosa», la que tiene mayor probabilidad de llegar a ser la sustancia (píldora, crema, poción) de la eterna juventud. Grandes magnates como Jeff Bezos (Amazon), Larry Page y Serguéi Brin (Google) o Peter Thiel (Paypal) y otros, ya han creado empresas (Altos Labs, Calico) y patrocinan otras, dedicadas a la investigación y desarrollo de tecnologías antienvejecimiento.

Pero mientras llega la píldora o la poción para la eterna juventud, el científico español Manuel Ros, especializado en problemas celulares asociados al envejecimiento, da algunas claves que nos permitirán vivir más y mejor. Larga vida sana

Quinto Piso

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¿Podremos revertir la edad?

¿Cuánto falta para dar con la fuente de la eterna juventud?

Por Manuel Ros Pérez*

Los años no pasan en balde, ni siquiera para nuestras células. Nadie está a salvo del envejecimiento, es decir, del declive funcional que sufren los organismos multicelulares con el paso del tiempo, que conlleva a un deterioro inexorable resultado de la acumulación de diversos daños a nivel molecular y celular en los distintos tejidos.

En los últimos años hemos acumulado suficiente conocimiento acerca de estos daños para identificar intervenciones dietéticas, farmacológicas e incluso genéticas destinadas a ralentizar o revertir el proceso de envejecimiento. La ansiada “fuente de la eterna juventud”. O en este caso fuentes, en plural.

Comer poco para vivir más

Las miradas apuntan a varios procesos con un papel clave en el envejecimiento. Uno de los más estudiados está relacionado con los sistemas que detectan el estado nutricional. Desde que en 1935 Mcay y cols. publicaron el efecto positivo de la restricción calórica sobre la vida media en ratones, varios trabajos con levaduras, moscas, gusanos y peces han respaldado su teoría. Para quien no lo sepa, la restricción calórica consiste en una disminución de la ingesta diaria entre el 15 y el 30 %. Restringir el consumo de calorías sin alcanzar la malnutrición no solo prolonga la vida, sino que mejora el estado de salud general.

Comer menos alarga la vida.

Lo opuesto sucede con la sobrenutrición y la obesidad, ambos considerados factores de riesgo y comorbilidad. La repetición constante de las señales neuroendocrinas que detectan el suministro energético, entre ellas la insulina que se segrega tras la ingesta, favorece a la larga el envejecimiento. Por el contrario, cuantas menos señales relacionadas con la ingesta emite nuestro organismo, mayor es la esperanza de vida. Por eso funcionan tan bien la restricción calórica y los tratamientos farmacológicos que estimulan las vías que emulan el ayuno, como el resveratrol o la rapamicina.

Otro de los procesos clave en el proceso de envejecimiento es el acortamiento de los telómeros, es decir, de los extremos de los cromosomas. Para protegerlos, el organismo cuenta con una enzima llamada telomerasa que evita que los telómeros se acorten cada vez que las células se dividen.

Sin embargo, se ha comprobado que con el envejecimiento la actividad de esta enzima suele disminuir. Y que, en consecuencia, los cromosomas se acortan favoreciendo el deterioro celular progresivo. La buena noticia es que ya se han encontrado activadores de la telomerasa que podrían evitar este proceso.

Telómeros son las puntas de los cromosomas, El envejecimiento se produce cuando se acortan. Spaceship Institute

El salto a humanos

Ratones, moscas y levaduras rejuvenecen cuando se restringe el consumo de calorías o se frena el acortamiento de los telómeros. ¿Pero qué pasa con los humanos? Como las vías implicadas en la detección de nutrientes y de sus componentes están bien conservadas en la evolución, cabe pensar que las intervenciones dietéticas y farmacológicas que las modulan también servirían en humanos.

«Espero que para 2045 lleguemos a la singularidad tecnológica y la inmortalidad. (…) Me gusta hablar de la muerte de la muerte, para todo el mundo y en todo el mundo.»

José Luis Cordeiro
Director del Nodo Venezolano del Millennium Project

Sin embargo, la extrapolación de los resultados obtenidos en modelos experimentales con vidas medias cortas -gusanos, peces, etc.- al hombre no es tan obvia. Y aunque los resultados obtenidos en primates claramente apuntan a una mejoría en términos de salud, el aumento de la longevidad es mucho más modesto que el obtenido en otras especies.

En humanos los ensayos tanto farmacológicos como dietéticos destinados a alargar la vida son escasos, pero claramente apuntan a una mejora en parámetros de salud. Un reciente estudio estadounidense apunta a que basta recortar en un 15% el consumo de calorías durante dos años para frenar el envejecimiento y reducir el riesgo de padecer alzhéimer, párkinson, cáncer y/o diabetes.

En definitiva, ignoramos aún si echando mano de la restricción calórica viviríamos más. Pero no cabe duda de que aumentaríamos la salud y el bienestar en el último tramo de la vida.

«El estudio de las mutaciones de las células cancerígenas podría darnos las claves de cómo frenar no sólo los tumores, sino también el envejecimiento del cuerpo»

Roel Verhaak, en estudio publicado en «Nature Genetics»

El laboratorio natural de Okinawa

Pero hay más. Existen datos históricos que han demostrado una longevidad mayor asociada a dietas restrictivas. Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en los habitantes de la isla de Okinawa en Japón, que de media viven muchos más años que el resto de los nipones, ya de por sí de los más longevos entre los humanos. Según datos recientes, por cada 100.000 habitantes en Okinawa hay 68 centenarios. El triple que en otras partes del mundo.

En este “laboratorio natural” que ofrece Okinawa no solo surte efecto la restricción calórica (comen poco), sino también la composición de la dieta. Una dieta caracterizada por tener alto contenido en vegetales y una discreta ingesta proteica basada en pescado y soja, rica en antioxidantes de origen vegetal y ácidos grasos esenciales.

La dieta mediterránea es otro de los ejemplos históricamente asociados al aumento de la longevidad. De manera similar a lo que ocurre con los residentes en Okinawa, los seguidores de la dieta mediterránea tampoco abusan de las proteínas. Y aunque incluyen más carbohidratos en sus platos, también consumen abundantes antioxidantes y ácidos grasos esenciales. Todo esto sin olvidar que hay componentes genéticos que, con toda probabilidad, también contribuyen a la mayor o menor longevidad.

La píldora mágica

Aunque las intervenciones dietéticas son sostenibles fisiológicamente, puestos a pedir, preferimos evitar el sacrificio y encontrar una píldora que surta el mismo efecto. De ahí que a día de hoy haya diversos estudios destinado a crear fármacos que emulen las situaciones de restricción o promuevan la actividad telomerasa.

Igual que Ponce de León buscaba la fuente de la eterna juventud en Florida, seguimos a la caza de sustancias que ralenticen o incluso reviertan el proceso del envejecimiento, pero con una base científica. Aunque los límites de la lucha por el envejecimiento son muy difíciles de aventurar, usando términos futbolísticos podemos decir que aquí “aún falta partido”.

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*Manuel Ros Pérez

Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, Universidad Rey Juan Carlos. Estudió Ciencias Químicas en la Universidad Autónoma de Madrid. En esta misma universidad alcanza el grado de Doctor en 1986, dedicándose al estudio del metabolismo del tejido adiposo. Ha realizado trabajos sobre mecanismos de señalización celular y el estudio de los mecanismos de resistencia a insulina y leptina asociados al envejecimiento.

Artículo publicado originalmente en The Conversation